Page 31 - Santoro, Cesare El Nacionalsocialismo
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de todo lo que hemos explicado y ofrecido en la cuestión del desarme y de lo que hemos
                  dicho y hecho para la pacificación política de Europa, que sólo podemos ver en ello la
                  intención de la calumnia más siniestra”.
                  El  28  de  febrero  de  1935,  la  Comisión  de  los  Tres  de  la  Sociedad  de  las  Naciones
                  transfirió a Alemania el gobierno del Saar. Tres días más tarde, Adolfo Hitler, en un
                  discurso,  declaró  que  la  incorporación  del  Saar  no  sólo  era  un  día  venturoso  para
                  Alemania sino para Europa entera, puesto que con ella las relaciones entre Francia  y
                  Alemania podían llevar a una mejora definitiva. El mismo pensamiento lo expresó en su
                  proclamación del 16 de  marzo de 1935, con  motivo del restablecimiento del servicio
                  militar obligatorio y añadió:
                  “El  gobierno  alemán  solemnemente  ha  asegurado  a  París  que  Alemania,  después  de
                  resuelta la cuestión del Saar, no tiene ya ninguna clase de reivindicaciones territoriales
                  que  exigir  a  Francia.  Con  ello  estima  haber  creado  mediante  un  sacrificio  político  y
                  material y en una forma histórica no común, la base para terminar una disputa secular
                  entre dos grandes naciones.”
                  De la misma manera se expresó Adolfo Hitler, el 21 de mayo de 1935, en su discurso
                  ante el Reichstag y en las declaraciones posteriores sobre la política alemana de la paz.
                  En  febrero  de  1936,  el  Führer  concedió  una  entrevista  al  conocido  escritor  francés,
                  Bertrand  de  Jouvenel,  algunos  días  antes  de  la  ratificación  del  pacto  de  asistencia
                  recíproca franco-soviético por la Cámara francesa. En la respuesta a algunas preguntas
                  sobre su política respecto a Francia el Canciller declaró:
                  “He querido  demostrarle a  mi pueblo  que el  concepto  de enemistad  hereditaria entre
                  Francia  y  Alemania  es  un  disparate.  El  pueblo  alemán  comprendiéndolo  me  ha
                  secundado en una acción mucho más difícil aun cuando yo, animado por este espíritu,
                  emprendí una acción conciliadora entre Polonia y Alemania ...
                  Hablo en nombre de todo el pueblo alemán y declaro que bastaría que Francia quisiera
                  dar por terminado para siempre este supuesto peligro alemán, porque el pueblo alemán
                  tiene  la  más  absoluta  confianza  en  su  Führer  y  este  Führer  desea  la  amistad  con
                  Francia.”
                  En su  discurso recapitulador del 30 de enero de 1937, pronunciando ante el Reichstag,
                  el  Führer  señaló  que  él  ha  manifestado  reiteradamente  el  deseo  de  llegar  a  unas
                  relaciones cordiales con todos los países vecinos y aseguró de nuevo solemnemente que
                  entre Francia y Alemania no puede haber motivo alguno imaginable de litigio.
                  No  hay  que  admirarse  de  que  el  Führer  esté  siempre  dispuesto  a  una  reconciliación
                  definitiva con Francia. Pasar a la Historia como realizador de esta obra de paz tan difícil
                  y  de  tan  vital  importancia,  en  la  cual  vanamente  se  empeñaron  hombres  de  Estado
                  alemanes,  sería  para  él  la  mayor  de  las  satisfacciones.  Como  la  tranquilidad  y  el
                  bienestar  de Europa dependen  del  problema  franco-alemán se puede comprender  que
                  son sinceras las manifestaciones de Adolfo Hitler en favor de la paz.
                  Los Postulados de la Política Internacional del Hitler
                  Las  líneas  directivas  de  la  política  internacional  de  Adolfo  Hitler  y  los  métodos
                  empleados  para  alcanzar  los  fines  que  se  ha  propuesto  se  deducen  de  diferentes
                  postulados que se complementan unos a otros.
                  Por de pronto se pide que las relaciones entre los Estados descansen sobre la base del
                  honor  nacional.  Solamente  de  este  modo  serán  tales  relaciones  claras  y  duraderas  y
                  podrán servir efectivamente a la causa de la paz.
                  Un  tratado  de  paz  no  debe  significar  sólo  un  documento  para  la  suspensión  de  las
                  hostilidades, sino que ha de ser un acuerdo para regular las relaciones de los antiguos
                  enemigos en  interés  de ambas partes  y  sin  apasionamiento  alguno,  que podría  servir
                  para destruir la razón y el sentido de la justicia. De aquí que sea necesario el que este



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