Page 29 - Santoro, Cesare El Nacionalsocialismo
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nacionales,  rechazo  conquistar  con  la  sangre  y  la  vida  de  aquellos  que  nos  son  tan
                  queridos,  a  ciudadanos  de  un  pueblo  extraño  que  nunca  han  de  querernos.  Sería  un
                  grandioso  acontecimiento  para  la  Humanidad  entera  si  los  dos  pueblos,  Francia  y
                  Alemania, quisieran expulsar para siempre la violencia en sus relaciones comunes. El
                  pueblo alemán está dispuesto a ello.
                  Con la misma lealtad con que nosotros queremos hacer valer los derechos que se nos
                  han concedido por los tratados, declaro también que de aquí en adelante no existe para
                  Alemania  ningún  motivo  de  conflicto  territorial  entre  ambos  países.  Una  vez
                  reincorporado  el  territorio  del  Saar  al  Reich,  sólo  un  alucinado  podría  pensar  en  la
                  posibilidad  de  una  guerra  entre  ambos  Estados  para  la  cual,  desde  el  punto  de  vista
                  nuestro, no hay ningún motivo que la justifique ni moral ni razonablemente. Pues nadie
                  podría  exigir  que  para  hacer  una  rectificación  de  fronteras  de  una  extensión
                  problemática y de un valor asimismo incierto hubiera que sacrificar millones de vidas
                  humanas en sus mejores años.”
                  Para mostrar al extranjero la conformidad absoluta del pueblo alemán con el paso dado
                  por  su  gobierno  Adolfo  Hitler  rogó  al  presidente  del  Reich  v.  Hindenburg  que
                  convocara a nuevas elecciones parlamentarias junto con un plebiscito para el próximo
                  12 de noviembre.  En  su apelación  el   Gobierno preguntaba al pueblo si  aprobaba su
                  política. En este llamamiento se acentuaba entre otras cosas que el Gobierno deseaba
                  llevar  una  política  de  paz,  reconciliación  e  inteligencia  con  las  demás  naciones  y
                  rechazar  el  empleo  de  la  fuerza  como  un  medio  inútil  para  suprimir  las  diferencias
                  existentes dentro de los Estados europeos.
                  “El  gobierno  y  el  pueblo  alemán  se  unen  en  el  sincero  deseo  de  querer  resolver  y
                  comprobar  desapasionadamente,  por  medio  de  negociaciones,  todas  las  cuestiones
                  pendientes  con  las  restantes  naciones,  incluso  con  sus  antiguos  adversarios,
                  inspirándose  para  ello  en  el  sentido  de  vencer  la  psicosis  de  guerra  y  en  el
                  restablecimiento  definitivo  de  unas  relaciones  sinceras  y  recíprocas.  Tanto  el  pueblo
                  como el gobierno alemán están decididos en todo momento a concertar pactos de no-
                  agresión  para  asegurar  a  largo  plazo  la  seguridad  de  Europa,  servir  a  su  bienestar
                  económico y tomar parte en su reorganización cultural.”
                  Las elecciones arrojaron 40.632.628 votos positivos en un total de 43.491.575, es decir,
                  más del 95 % a favor del Gobierno.
                  El    18  de  octubre  de  1933,  Adolfo  Hitler  concedió  una  entrevista  el  corresponsal
                  especial del Daily Mail, Ward Price. A la pregunta del periodista inglés aludiendo a un
                  discurso del subsecretario del ministerio de la Guerra británico, Duff Cooper, el Führer
                  respondió:
                  “La afirmación de que el pueblo alemán  se prepara con entusiasmo para la guerra es
                  para nosotros un desconocimiento incomprensible del sentido de la revolución alemana.
                  Nosotros,  jefes  del  movimiento  nacionalsocialista,  hemos  sido  casi  sin  excepción
                  soldados  de  la  guerra.  ¡Yo  quisiera  ver  al  soldado  del  frente  que  se  prepara  “con
                  entusiasmo” para una nueva guerra! Estamos apegados a nuestro pueblo con un afecto
                  tan fanático como todo inglés honrado lo está al suyo. Nosotros educamos a la juventud
                  alemana  en  la  lucha  contra  los  vicios  interiores  y  en  primer  lugar  contra  el  peligro
                  comunista de cuya magnitud no se tenía ni se tiene todavía la menor idea en Inglaterra.
                  Nuestros cantos revolucionarios nada contienen contra los otros pueblos sino que son
                  expresión de la fraternidad de nuestro país contra la lucha de clases y egoísmos; cantos
                  dedicados al trabajo, al pan y al honor nacional.”
                  En el llamamiento hecho a los excombatientes de todo el mundo, el 8 de julio de 1934,
                  en Königsberg, el lugarteniente del Führer, Rudolf Hess, entre otras cosas, declaró:





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