Page 35 - Santoro, Cesare El Nacionalsocialismo
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Con esto creemos servir mejor a la causa de la paz, pues se puede aumentar el sentido
de responsabilidad que cada Estado debe tener, si no sabe de antemano que está
apoyado por pactos militares poderosos”.
Según la concepción nacionalsocialista, esta ideología de la “indivisibilidad de la paz”
sólo sirve a las grandes potencias para intervenir en favor de sus intereses egoístas en
todos los sucesos políticos del mundo y para llamar seguridad colectiva a esta política
de intromisión.
Por tanto Alemania no ve ninguna garantía para la paz en estos pactos colectivos tan
confusos y cree -como decía con acertadas palabras el Embajador Joachim von
Ribbentrop- que las frases hechas “indivisibilidad de la paz” y “seguridad colectiva”
significan en realidad “indivisibilidad de la guerra” e “inseguridad colectiva”.
Acontecimientos Principales y Resultados
Año 1933
En primer lugar hay que citar la conformidad de Alemania con el Pacto de las Cuatro
Potencias, propuesto por el Sr. Mussolini, Jefe del gobierno italiano. El 21 de marzo de
1933, Hitler calificaba este pacto “como un ensayo grandioso y de visión amplia para
asegurar a la política general europea un desarrollo pacífico y lógico”. El pacto se
concertó en Roma, el 7 de junio en el Palacio Venecia. Según este convenio las cuatro
grandes potencias europeas: Alemania, Inglaterra, Francia e Italia están de acuerdo en
todas las cuestiones económicas que se refieren a ellas o en todas las que sean de interés
para la reconstrucción económica de Europa. En el seno de la Sociedad de las Naciones,
todas las potencias se obligan a practicar una política de colaboración efectiva para la
conservación de la paz y para asegurar el buen éxito de la conferencia del desarme.
Según el reglamento de la Sociedad de las Naciones, especialmente en sus artículos 10
(respecto a la integridad territorial e independencia política de los miembros de la
Sociedad), 16 (sanciones) y 19 (revisión de los tratados), a reserva de los que decidieron
los órganos competentes de la Sociedad de las Naciones, las cuatro potencias acordaron
aprobar las propuestas que pudieran dar una eficacia verdadera a los citados artículos.
La participación en este tratado, válida para diez años, era de importancia para
Alemania, pues, por primera vez después de la guerra mundial, pudo firmar un acuerdo
internacional como gran potencia y con misma igualdad de derechos que las demás, sin
verse obligada a hacer concesión o renuncia alguna. Este tratado revocaba, además, el
artículo 19 del reglamento de la Sociedad de las Naciones; con ello facilitaba la revisión
de las cláusulas del Tratado de Versalles que entretanto se había hecho necesaria.
Los diplomáticos alemanes se encontraron satisfechos, aunque declararon con razón que
el nuevo documento era sólo un instrumento diplomático cuyo valor dependía de las
negociaciones posteriores. Confiaban en que, después de los Tratados de Ginebra,
Locarno y París, Francia podría encontrar de buen grado en el pacto de las Cuatro
Potencias una garantía para su seguridad que hubiera permitido un desarme gradual. En
Berlín estaban convencidos de haber dado una prueba de sincero amor a la paz, que vino
muy a propósito, ya que, según la opinión del mundo, Hitler significaba la guerra. Por la
firma de este pacto, Alemania demostró su buena voluntad para colaborar en la
conservación de la paz europea y en la reconstrucción económica del viejo continente.
Además, el pacto ofrecía al gobierno nacionalsocialista la posibilidad de entablar una
política coincidente con la de Roma que en efecto ha llevado luego a la formación del
eje Roma-Berlín y a la inteligencia entre ambas potencias autoritarias, que sólo fue
interrumpida en los años 1934/1935 a consecuencia de los sucesos en Austria.
A la visita del Presidente del Consejo de ministro Göring, a Roma, siguió el viaje del
vice-canciller von Papen a la ciudad del Tíber que también ofreció ocasión para
conferenciar con el Vaticano. Después de las negociaciones se estableció el Concordato
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