Page 36 - Santoro, Cesare El Nacionalsocialismo
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del 20 de julio. El Reich garantiza la libertad de culto y el ejercicio público de la
religión católica; reconoce el derecho de la Iglesia católica para resolver por si misma
sus asuntos y para dictar edictos y disposiciones para sus miembros dentro de los límites
de la ley alemana.
Este éxito diplomático parece de considerable importancia porque el movimiento
nacionalsocialista era combatido por muchos obispos alemanes que excomulgaban a los
nacionalsocialistas de su diócesis, les prohibían la visita a la iglesia en grupos
uniformados y les negaban la comunión. El Concordato dejaba abierto el camino para
una colaboración entre el Estado y la Iglesia. A pesar de algunos graves incidentes
ocurridos, constituye la base para el ejercicio del catolicismo en la nueva Alemania.
En julio del mismo año, el presidente de la Conferencia del desarme, Henderson, estuvo
en Berlín y Munich. En septiembre el Dr. Göebbels tomó parte en la reunión de la
Sociedad de las Naciones; allí, ante la prensa internacional, pronunció un discurso que
mereció mucha atención y en el que exponía el punto de vista alemán y explicaba la
lucha por la igualdad de derechos:
“No es en interés de pueblo alguno el que Alemania siga siendo tratada como nación de
segunda clase y se le quite la posibilidad de su defensa, que le es necesaria para
mantener su seguridad nacional. El querer deducir de aquí sus intenciones guerreras,
teniendo a la vista el hecho de que en todas partes en lugar de desarme hay rearme, es
tan miope como desalentador ...
Ojalá quieran unirse todos los hombres de buena voluntad en la noble intención de
aliviar las penas de los pueblos y de servir al bienestar general. En cuanto a Alemania,
está dispuesta de todo corazón a contribuir a la paz de Europa.”
Este discurso significaba el último aviso del Gobierno nacionalsocialista, antes de que
Alemania abandonara la liga ginebrina, lo que ocurrió el 14 de octubre del mismo año.
El Führer y el Gobierno expusieron los motivos de este paso en sus manifiestos al
pueblo alemán. Hitler en su discurso, radiado en mismo día, los resumió así:
“Con el sincero deseo de llevar a cabo la obra pacífica de la reconstrucción interior del
pueblo alemán y de su vida política y económica, los gobiernos alemanes, confiando en
la concesión de una digna igualdad de derechos, se mostraron siempre dispuestos a
entrar en la Sociedad de las Naciones y a tomar parte en la Conferencia del Desarme.
Pero Alemania quedó bien pronto amargamente desilusionada ...
A pesar de su buena disposición de llevar hasta el extremo y en todo momento el
desarme ya consumado, vio Alemania que otros gobiernos no pudieron decidirse a
cumplir esta promesa firmada por ellos en el tratado de paz. Por la negativa consciente
de conceder a Alemania una igualdad de derechos moral y materialmente efectiva, tanto
el pueblo alemán como sus gobiernos repetidas veces fueron humillados hasta el
extremo.
Una vez que ya se había concedido expresamente, el 11 de diciembre de 1932, la
igualdad de derechos a Alemania, el Gobierno nacionalsocialista declaró su propósito de
volver a tomar parte en la Conferencia del Desarme. Los representantes oficiales de los
demás Estados, en discursos públicos y entrevistas con el ministro de Relaciones
Exteriores y con los delegados alemanes, declararon que esta igualdad de derechos no
era posible concedérsela en el presente a la Alemania actual.
Como el Gobierno alemán apercibe en esta conducta una discriminación tan injusta
como degradante del pueblo alemán, en tales circunstancias y como nación de segunda
clase y sin derechos, no tiene más remedio que dejar de tomar parte en aquellas
negociaciones que sólo pueden conducir a nuevos dictados. El Gobierno alemán,
afirmando su deseo inconmovible de mantener la paz, en vista de esta exigencias
humillantes y deshonrosas se ve obligado con gran sentimiento a abandonar la
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