Page 41 - Santoro, Cesare El Nacionalsocialismo
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había completado paralelamente con otro concluido entre Checoslovaquia y la Unión
soviética. Pero para evitar una falsa interpretación de sus propósitos y acentuar el
carácter puramente defensivo de estas medidas y para dar impulso una vez más a sus
anhelos de una pacificación de Europa, el Gobierno alemán basado en estas miras, se
mostraba dispuesto a concertar nuevos tratados según las proposiciones siguientes:
1. Formación de una zona desmilitarizada a ambos lados de la frontera franco-
alemana.
2. Conclusión de un pacto de no agresión entre Alemania, Francia y Bélgica por un
plazo de 25 años.
3. Firma de este pacto por Inglaterra e Italia como potencias fiadoras.
4. Participación de Holanda en este pacto.
5. Firma de un pacto aéreo ente las potencias occidentales.
6. Conclusión de un pacto de no agresión con los Estados limítrofes al Este de
Alemania, Lituania inclusive, idéntico al hecho con Polonia.
7. Reingreso de Alemania en la Sociedad de las Naciones con la esperanza de que
en el curso de un tiempo razonable se puedan resolver por medio de negociaciones
amistosas las cuestiones de la igualdad de derechos coloniales y del Estatuto de dicha
Sociedad desligándolo del tratado de Versalles.
De esta manera Hitler rompió la segunda de las fuertes ligaduras de Versalles y puso al
mundo ante una nueva “sorpresa”. Hasta ahora, su plan de paz no ha encontrado en el
extranjero, por desgracia, el reconocimiento que se merece. Lo mismo que un año antes,
al restablecerse el servicio militar obligatorio, comenzó entonces una campaña
diplomática contra Alemania. Al revés de lo ocurrido el año 1935, Italia tomó parte en
ella sólo al principio; la neutralidad de Alemania en la guerra italo-abisinia mostró en
esta ocasión su efecto.
Por la resolución del Consejo de la Sociedad de las Naciones, tomada en Londres el 19
de marzo, Alemania fue condenada por haber infringido el artículo 43 del Tratado de
Versalles. Contra esta determinación protestó inmediatamente el Embajador von
Ribbentrop. El 3 de abril, el Sr. Eden, ministro de Relaciones Extranjeras inglés,
comunicó en la Cámara de los Comunes que “el Gobierno inglés, si bien hasta ahora no
había tenido tiempo de hacer más que un estudio preliminar, consideraba como muy
importantes las últimas proposiciones de Hitler”.
Por su parte, el pueblo alemán, mediante las elecciones del Reichtag del 29 de marzo,
demostró estar conforme con la decisión tomada por el Führer.
La lucha diplomática de las potencias signatarias de Locarno llevó a conversaciones de
los estados mayores militares de Francia, Inglaterra y Bélgica, cuyo contenido no se dio
a conocer; fueron terminadas, el 23 de junio en Londres, por una conferencia de estas
potencias (sin Italia). Se acordó convocar a una conferencia de las Cinco potencias,
cuyos preparativos no se han terminado hasta hoy porque entretanto otros dos sucesos
importantes de política internacional se han colocado en primer plano: el fin de la guerra
italo-abisinia, victorioso para los italianos, y el comienzo de la guerra civil española.
La actitud neutral de Alemania con respecto a Italia durante su guerra con Abisinia y en
la lucha contra las sanciones debía conducir a una aproximación entre Roma y Berlín.
En la cuestión austríaca la política italiana se mostró transigente. Alemania logró
concertar con Viena un acuerdo firmado el 11 de julio. Los gobiernos declararon estar
dispuestos a renovar sus relaciones amistosas; de este modo creían servir a los intereses
comunes de ambos Estados así como a la paz europea. Alemania reconoció la soberanía
del Estado confederado de Austria. Esta a su vez tenía que orientar su política de
acuerdo con la realidad de que Austria se reconoce como un estado alemán.
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