Page 250 - Santoro, Cesare El Nacionalsocialismo
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de pequeño calibre y ejercicios deportivos al aire libre. Los centros instructivos están
                  bajo  la  custodia  de  una  autoridad  administrativa  independiente,  directamente
                  subordinada  al  ministro  de  Educación,  al  frente  de  la  cual  se  halla  en  calidad  de
                  inspector, el  jefe político del grupo de las secciones de Defensa, Heissmeyer. Los 15
                  centros  de  educación  político-nacionales  comprenden  4.000  jóvenes  y  400  maestros;
                  unos  400  alumnos  reciben  anualmente  el  grado  de  bachiller.  Estos  centros  están
                  ampliamente  motorizados:  en  total  poseen  140  vehículos  a  motor.  En  virtud  de  un
                  acuerdo concertado entre el ministro de Educación y el Jefe Nacional de la Juventud,
                  todos  los  alumnos  de  estos  centros,  automáticamente,  son  miembros  de  la  Juventud
                  Hitleriana.
                  Una institución completamente única en su clase es la organización denominada “Año
                  rural”,  que  ha  sido  introducida  por  el  ministro  Rust  para  todos  aquellos  jóvenes  de
                  constitución  sana  y  de  gran  valor  racial,  que  no  pueden  desarrollar  en  las  grandes
                  ciudades sus excelentes cualidades. En virtud de esta Ley, todos los jóvenes afectados
                  por ella, serán sacados del ambiente pernicioso de las grandes ciudades para vivir en el
                  campo  durante  nueve  meses,  a  fin  de  que  puedan  desarrollar  tanto  física  como
                  intelectualmente sus cualidades constituyendo el prototipo de alemán ejemplar.
                  La ciencia
                  Igualmente fundamental ha sido la transformación propulsada por al nacionalsocialismo
                  en  el  dominio  de  las  ciencias.  De  más  importancia  que  todas  las  disposiciones  de
                  carácter administrativo, fue el problema de orientación de la ciencia alemana hacia su
                  verdadera  tendencia  y,  además,  correspondía  proporcionarle  la  posibilidad  de
                  incorporarse  al  proceso  revolucionario  de  todo  el  pueblo,  a  través  de  la  ideología
                  nacionalsocialista. El ministro Rust ha señalado el camino de esta nueva evolución a la
                  ciencia  alemana  en  distintos  discursos,  pronunciados  en  las  aulas  universitarias.  La
                  importancia que la revolución nacionalsocialista tiene precisamente para una renovación
                  interna  de  la  ciencia,  ha  sido  expresada  claramente  por  el  Sr.  Rust,  en  el  discurso
                  pronunciado  con  motivo  del  200  aniversario  de  la  universidad  Georg-August  de
                  Göttingen, en 1937, sobre el rema “Relaciones entre la ciencia y la fe”:
                  “La  ciencia  ha  ido  descendiendo  en  el  transcurso  de  la  época  moderna  desde  su
                  primitiva altura, y si bien se ha enriquecido en resultados aislados, vista en su conjunto,
                  ha ido degenerando poco a poco en organismo estéril, en el cual, por último, cualquier
                  advenedizo, viniera de donde viniera, podía intervenir en sus problemas, trayendo como
                  consecuencia  que,  en  la  época  del  resurgimiento  de  la  ciencia  moderna,  quedara  sin
                  resolver el problema de las relaciones entre la fe y la ciencia. Galileo se vio obligado a
                  abjurar su doctrina, y a Descartes le faltó el ánimo para publicar su última obra sobre la
                  humanidad.  La  cuestión  de  la  investigación  del  alma  humana  quedó  reservada  a  la
                  Teología  y  a  una  Filosofía  no  emancipada  enteramente  de  la  Teología,  y  la  nueva
                  ciencia  emprendió  su  camino  en  una  situación  ideológica  totalmente  indefinida.
                  Ninguno de los  movimientos espirituales de épocas posteriores ha aportado la menor
                  solución, y hemos tenido que aceptar todo el peso de esta herencia.
                  Nuestra época parece ser predestinada a formular el fallo definitivo en una cuestión que
                  no  ha  sido  resuelta  en  el  siglo  XVII  lo  que,  por  cierto,  ha  contribuido  también  a
                  determinar el curso de la historia de esta Universidad. La ciencia de la naturaleza ha
                  podido desarrollarse a través de los siglos, sin que surgiera una nueva colisión entre ella
                  y el espíritu hostil que se le oponía. Pero hoy se hace cada vez más evidente que ya no
                  se puede rehuir el encuentro, debido al estado mismo de la investigación. La ciencia de
                  los siglos XVII  y XVIII era una ciencia del cosmos,  y una vez apaciguado el primer
                  sobresalto  ocasionado  por  la  destrucción  de  la  imagen  geocéntrica  del  mundo,  los
                  poderes enemigos de la ciencia dejaron el campo a la investigación de la naturaleza. La



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