Page 149 - Egipto TOMO 2
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EL CAIRO                   151
              de la afluencia de gentes se nota en la Meca; de lo grandioso de las ceremonias: de  la
              visita hecha en Medina á la tumba del Profeta, y de otras muchas cosas á estas semejantes
              ó parecidas. — El deseo de ver regresar á los expedicionarios aumenta con los dias, y esto
              deseo es tanto más natural cuanto que la peregrinación cuesta á muchos la salud y aún
              la vida, influyendo en ello, no sólo las fatigas é incomodidades del viaje, sino también lo
              penoso de los ejercicios piadosos que los fieles, acostumbrados al turbante, deben llevar
              á cabo con la cabeza desnuda, en presencia de la piedra negra, y las epidemias resultantes
              del aire de la ciudad inficionado de los miasmas desprendidos de tan numerosa concurrencia.
              Pero no queda más recurso que reves-
              tirse de paciencia, ya que en virtud
              de  la terrible invasión  del cólera en
              1867, ningún peregrino puede desem-
              barcar sin haber purgado una rigurosa
              cuarentena. Resulta de ello que á duras
              penas la caravana y con ella el makh-
              mal se hallan de regreso á la ciudad
              de los califas ántes de terminado el mes
              de Safar. A los que toman la via marí-
              tima, van muchos de sus parientes á
              recibirlos  á  Suez,  en  cuyas  playas
              permanecen á la expectativa, desde el
              punto y hora en que se difunde la voz
              de la próxima llegada del buque por-
              tador de los expedicionarios.
                Al fin se difunde la nueva de que
              la caravana ha acampado junto al Lago
              de  los peregrinos, bastando esto para
              que apenas despunta la luz del nuevo
              cha, numerosos grupos de hombres,  arrabal de bab—en—naasr.
              precedidos de  bulliciosa música y provistos de  víveres  trajes  nuevos,
                                                  y           se  dirijan  al
              encuentro de sus  parientes, que por fuerza han de venir poco menos que desnudos á
              consecuencia de las penalidades del camino.  Encuéntranse con  la caravana á mitad del
              camino, y no hay para qué decir la que con tal motivo se arma: todo es gritería v alborozo
              y satisfacción por parte de los que tienen la dicha de abrazar á sus parientes sanos y salvos:
              todo tristeza, dolor y pesadumbre por los que adquieren la evidencia de que han sucumbido
             á las penalidades del viaje. Aquí una mujer busca al que fué su compañero: recorre llena
             de ansiedad  la  fila de camellos; mas en vano: al cabo ofrécese á sus miradas un rostro
             conocido; pregunta, inquiere, una mirada, una palabra le revelan toda la verdad. Lo que á
              ella acontece á otras ciento. El ruido de los tambores v de los demás instrumentos músicos
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