Page 145 - Egipto TOMO 2
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146 EL CATEO
para emprender el viaje: la tapicería está conclusa y empaquetada; los peregrinos han
inscrito sus nombres en el registro con-
fiado al jefe de la caravana; se han
hecho los necesarios acopios de tiendas y
comestibles, y por último todo se halla
dispuesto, por lo mismo que el almana-
que indica que ha llegado el momento de
partir. En cuanto amanece el dia señala-
do, lánzase entera á la calle la población
del Cairo: en las vias, que partiendo de
la ciudadela desembocan en la plaza de
Bab-en-nasr, á duras penas coge la
gente; las tiendas están cerradas, y en
las ventanas de las fuentes públicas, de
las mezquitas y de las casas particulares,
en los sitios todos, por los cuales debe
PLAZA
pasar el famoso cortejo, vense amonto-
nadas las gentes, asomando sus cabezas,
DONDE
SE
en las cuales se halla pintada la curiosi-
REUNEN dad. Forman parte del concurso no pocas
mujeres, al través de las aberturas
LOS y
de los mashrebijehs pueden distinguirse
penetrantes miradas lanzadas por feme-
PEREGRINOS
niles ojos negros. Doquiera reina am-
biente de fiesta y de alegría y los que en
la calle se encuentran, siendo conocidos,
dirígense saludos tales como «Viva usted
» muchos años y con buena salud,» á lo
cual responden: «Lo mismo digo.» El
gusto por los espectáculos y la curiosi-
dad ingénita en los habitantes del Cairo
hállanse hoy avivados y santificados por
dos sentimientos piadosos, puesto que,
y sobre ello llamamos la atención, el
makhmal, que sólo es un signo de la
realeza y carece por completo de origen
religioso, reviste á los ojos de los musul-
manes un carácter especial que pode-
rosamente influye para que lo contemplen con gran respeto. Y es que como ha realizado