Page 140 - Egipto TOMO 2
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EL CATEO
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ni del sueño. Mas á deshora llega á los oidos de los alegres comensales el son desapacible
de un tambor y al par penetran al través de las semientornadas ventanas los fulgores de
las antorchas con que se alumbran los que al que lo suena acompañan: es el mosahher,
es decir, el mensajero de la mañana, que ano tras ano ejecuta su ronda al través de los
barrios de la ciudad y anuncia á sus moradores que se acerca la luz del nuevo dia.
Mas en el tiempo de que se trata su llegada tiene otro fin , que consiste en cantar en prosa
rimada las excelencias de los habitantes de la casa, deseándoles toda suerte de bienaventu-
ranza y para él un pingüe bakhshish en cuanto termine el mes. A eso de media noche
resuena el abrar en los alminares. Es el abrar un llamamiento á la oración, que ha tomado
su nombre de la palabra con que
empieza. Dice así: «En verdad os
»digo que las gentes piadosas
»beberán una copa de vino.» Poco
después de media noche el pueblo
es llamado de nuevo á la oración
por medio de una fórmula que se
titula el Saludo, por consistir en
palabras de bendición dirigidas á
Mahoma. — Después de ella apá-
ganse las lámparas y se cierran
las puertas en la mayor parte de
las mezquitas. En la de Hussein,
profusamente iluminada, perma-
necen abiertas durante toda la
noche en la de el-Azhar se
, y
cierran cuatro de las seis que en
ella existen. El tiempo sigue su
curso; una fresca brisa, precursora
EL MESAIIIIAR de la luz del nuevo dia, indica
en los alminares los muecines recuerdan á los fieles, durante todo
que la noche concluve, y
bebidas, á fin de estar
el Ramadan, que no olviden fortalecer sus estómagos con manjares y
preparados para la nueva jornada de ayuno que va á comenzar. Se sirve la
dispuestos y
comida que ha de evitar el hambre y la sed, el almuerzo, que tiene lugar antes de salir el
sol. v constituye la más importante de las del dia, y aparece de nuevo el mosahher para
anunciar la proximidad de la luz. En semejante disposición espérase el instante en que,
según expresión del Coran, es imposible distinguir el hilo blanco del negro, es decir, el
crepúsculo de la mañana: las estrellas se extinguen; el «álito matutino» acaricia los rostros
marchitos á consecuencia de una vigilia prolongada, y en la cercana mezquita se pronuncia
la fórmula sacramental: «Cesad ya, comienza el ayuno.» ¿Qué hacer, como no sea