Page 143 - Egipto TOMO 2
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144 EL CAIRO —
de devotos entregados á la oración, y en la mezquita de Mehemet—Alí y en otras, pueden
distinguirse grupos de fieles que practican el zikr, y en las casas las familias que con un
postrer banquete celebran la conclusión del mes del ayuno.
Como entre nosotros, el dia del año nuevo, el que sigue á la terminación del Ramadan,
conságrase á visitas no sólo de amigos y parientes, sino también de los que yacen en los
cementerios. El virev empieza la gran audiencia en el palacio de la ciudadela inmediatamente
después de puesto el sol. El jetife Ismail, llegado el pequeño Beiram, tenia la costumbre de
trasladarse á una de las mezquitas vecinas, para rezar su oración matutinal. En cuanto
regresaba de ella, el estampido del cañón anunciaba el comienzo de la recepción oficial á los
miembros de su casa, á los ministros, á los ulemas, á los altos dignatarios, y en una
palabra, á todos los empleados de las más altas categorías.
Verificada la recepción, servíase
á los concurrentes exquisito café en preciosísimas tazas y después se ofrecían riquísimos
chibouks á los cónsules, á los extranjeros de distinción y á los grandes comerciantes europeos.
A las once de la mañana había terminado la audiencia oficial; pero los carruajes conti-
nuaban circulando hasta el anochecer por las calles del Cairo, ya que después del jetife
era menester visitar á los príncipes, á los ministros y especialmente á la madre del virey, á
la cual guardaba su hijo las mayores consideraciones
y tributaba los honores más elevados.
Representaba á la misma en semejantes ocasiones el jefe de los eunucos, Khalil-agá, una
de las personas más influyentes del país, á la cual, hasta los mismos bajáes prestaban
testimonio de respeto
y reverencia. — Tampoco faltan visitas en los círculos de la clase
el mundo
media y hasta las familias pobres tienen preparados dulces y pasteles, y todo
se ha engalanado con sus trajes de dia festivo, pues en el Beiram es costumbre regalar
trajes y zapatos nuevos á los niños y á los criados de las casas. Nada más agradable que
ver el júbilo y regocijo con que los pequeñuelos se enseñan mútuamente sus pantuflos rojos
ó amarillos, y el aire de satisfacción con que el anciano portero luce la luenga tunicela azul
que acaba de estienai, \ que, calvas contadas excepciones, ha de vestir hasta la terminación
del nuevo Ramadan. Todo ostenta aire de limpieza
y de fiesta, todo rie, todo vierte
satisfacción y bienestar, tanto que la animación
y regocijo de los fieles musulmanes, verda-
y comunica á los sectarios de las demás
dei amente alegies? como unas pascuas, se transmite
religiones, que son los seres más extraños á la vida del Islam.
De una mujer tan bella como inteligente, Shagaret-ed-durr, el árbol de las perlas, que
vivió en los comienzos de la dominación dé los mamelucos, hacen mención los historiadores
árabes, diciendo de ella que muerto su marido, elevóse á la dignidad de sultana, reinando