Page 136 - Egipto TOMO 2
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En cuanto ha concluido la ceremonia y se ha realizado el milagro, apresúrase la gente
á levantar á aquellos desventurados que yacen tendidos sin conocimiento : para que se
incorporen es menester emplear la violencia. Sus rostros están bañados en llanto: su cuerpo
entero es presa de estremecimientos nerviosos, y cubre su cara la palidez de la muerte.
Uno hay que da compasión: su brazo derecho, colocado encima de la espalda de otro
desgraciado, sobre el cual ha puesto el caballo una de sus manos con toda su fuerza, no
permite presagiar cosa buena. Otro pobre diablo para quien el milagro ha sido más doloroso
todavía, cojea visiblemente, y auxiliado por otros, es llevado entre la multitud que solícita-
mente abre paso.
la excitación
Se ha dicho y aún sostenido con insistencia, que la exaltación religiosa y
nerviosa que acabamos de presenciar, son producto obtenido merced al uso del hachich;
mas podemos asegurar que tales casos, suponiendo que realmente se presenten, son
verdaderas excepciones. Las noches pasadas en vela; la incesante recitación del Coran;
la emoción resultante del peligro que se acerca lentamente, bastan y sobran para producir
accidentes nerviosos y espasmos, especialmente si se tiene en cuenta la singular predis-
posición, tan incomprensible para nosotros, que tienen los orientales para la convulsión
religiosa. Por lo mismo que el Oriente ha sido siempre el país de los poseídos, sin necesidad
de artificio alguno, basta todavía la superstición para que centenares de hombres se presten
gustosos á servir de alfombra al paso de un caballo.
De los cinco deberes que, como es sabido, impone la ley á los creyentes, deberes que
se distinguen con los nombres de columnas del Islam, existen dos, el ayuno y la oración,
á los cuales no puede en manera alguna sustraerse quien se precie de verdadero musulmán.
Al primero, es decir, al ayuno, hállase consagrado un mes entero, el más santo y venerado
de los meses del año de los musulmanes: el de Ramadan. Con anterioridad á su llegada,
ceremonias importantes, tales como la de la noche tremenda
empieza una-série de fiestas y
regulan los destinos de los hombres, que tiene lugar en la mitad
en que se resuelven y
del mes de Shaaban, noche en la cual separa Dios las hojas mustias de las tiernas, existentes
en el árbol de la humanidad, y los creyentes velan en medio del estupor y de la oración.
Muchos son los musulmanes que comienzan á ayunar en este mes, siendo más aún los que
esperan con anhelo la llegada del mes bendito. Y bendito es realmente. «Es el mes de
»mi pueblo, en el cual le son perdonados sus pecados,» ha dicho el profeta Mahoma.
Durante el mismo han sido revelados los libros sagrados de todas las i*eligiones conocidas: