Page 131 - Egipto TOMO 2
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EL CAIRO 131
mejillas, permanecer en éxtasis, y mascar escorpiones y otras sabandijas repugnantes y aún
venenosas.
Después de haber dejado semejante espectáculo, que tiene muy poco de agradable,
echamos un vistazo á una tienda en la cual un cantor, con acompañamiento de flauta, recita
á los fieles que se agitan en el zikr los versos del poema místico de Omar-ibn-el-Farid,
que en el volúmen precedente hemos mencionado, pues áun cuando no hay uno solo entre
los asistentes que no se los sepa de coro, por haberlos oido narrar veces mil en las calles de
la ciudad, bien que en tono muy distinto, como son susceptibles de una interpretación
espiritual, se juzgan muy acomodados para los ejercicios del zikr.
Pero lo que es hoy ni cantores ni narradores logran como otras veces tenernos pen-
dientes de sus labios, y preferimos penetrar, siquiera por breves instantes, en la tienda de
los Bereberes de atezado cútis que han organizado un zikr, exclusivamente para ellos. En
tanto se agitan en sus movimientos y contorsiones, cantan con sus voces atipladas como de
flauta la siguiente salmodia:
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lio -hammadoun mó - la - na, Mo - hammadoun e6 - la - na , bi - ga - hi man ta - oual - la, ‘a - le - hil-lá-hou sal - la.
«Mahoma es nuestro señor, Mahoma es nuestro señor, revestido de la soberanía: Dios se
» inclina ante él para bendecirle.»
Al cabo hemos llegado junto á las tiendas de los dignatarios y de los ministros egipcios.
La primera, como pue-
de comprenderse, es la
del jetife, ocupada ésta
noche por el príncipe
heredero, por hallarse
su padre ocupado en
altos asuntos del go-
bierno. Los empleados
de mavor categoría v
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los jeques más distin-
guidos pasan á salu-
darle en ella y ocupan
los sitios de preferencia
para asistir al disparo
de los fuegos de arti-
DERVICHE COAILEXDO ESCORPIONES
ficio que iluminan ince-
santemente los alrededores, hasta muy entrada la noche, sin que el espectáculo llegue á
cansar á los espectadores árabes. Hace ya mucho tiempo que aquélla ha médiado, y sin