Page 342 - Egipto TOMO 2
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                                      HASTA TEBAS
              ficantes, la distribución interior de un santuario egipcio, y asistir á las ceiemonia» del culto
              prestado á los dioses de Denderah  , casi como testigos oculares. Los sabios de la expedición
                                              sacaron vistas numerosas de este templo
              francesa describieron con verdadera admiración y
              encantador, cuyo arquitecto, según parece, no supo librarse completamente de la influencia
                                                     Dumichen, el podeise utilizai
              del genio griego, y la ciencia debe á los señores Mariette y
                              tesoro de inscripciones que cubren todas sus salas, cámaras  y
              completamente  del  rico
                           el poder penetrar en las criptas subterráneas. Uno y otro han perma-
              corredores y  hasta
              necido en el mismo meses enteros, habiéndolo estudiado detenidamente, del mismo modo que
              el templo gemelo de Edfu, dedicado á Horo, con un ardor y un celo dignos del éxito de que
              sus esfuerzos se vieron coronados; pero á Dumichen, especialmente, es á quien se debe él
              restablecimiento, por medio de los documentos conservados en sus muros, de la historia de
                                     primitivo, cuyo plano se había ya trazado sobre perga-
              semejante santuario, al par joven y
                    no sobre papel, en tiempo de Chufu (Cheops),  el constructor de la gran pirámide.
              mino, y
              Merced á aquélla sabemos que se trabajó en él, no sólo durante la segunda mitad del antiguo
               imperio, sino también en tiempo de la duodécima dinastía, aquella cuyos reyes han recibido
               el nombre de Beni-Hassan. Después de la expulsión de los Hyksos, Thutmosis III tomo
               á su cargo  la restauración  ; pero fueron tantas las calamidades que sobre  él pesaron en
               el transcurso de los siglos, que no quedó más remedio que reconstruirlo en tiempo de los
               Tolomeos, acaso ántes de Tolomeo X (Soter II), cuyo nombre se encuentra ya en alguna de
                                                los primeros Césares romanos, hasta
               las cámaras subterráneas. Los últimos Tolomeos y
               Trajano, lo decoraron cuidadosamente con cuadros é inscripciones, de las cuales, las mas
               modernas pertenecen á la época de este último emperador. No debe extrañarse, pues, que el
                    tal cual hoy nos es dado contemplarlo, sea un edificio relativamente moderno, de
               templo,
               construcción greco-romana; pero áun así, constituye un acabado ejemplar de lo que era un
               antiguo templo egipcio. Su distribución se halla perfectamente ajustada á la que ofrecían os
               templos en  la época de  los faraones, de  suerte que  los escasos  detalles arquitectónicos
               que se echan de ménos en el santuario de Hathor, pueden suplirse fácilmente mediante la
               comparación con los de Edfu y de Tébas, cuyas partes exteriores se hallan más completas
               que las del templo de Denderah. En cuanto á las cámaras interiores se encuentran en tan
               perfecto estado de conservación, que no hay otro templo alguno que las supeie, y  Lo. de Edfu
               sólo pueden con ellas igualarse.
                 Cual acontecía en la fundación de todos los templos,  el rey 6 su representante practico en
               éste ceremonias especiales, con instrumentos determinados en los reglamentos. Dumichen
               ha dado cuenta de ellas en su Historia de la construcción del templo de Denderah, hallándose
                                                                  Sur. De
               representadas, según  el orden con que fueron ejecutadas, en las paredes Norte y
               tales representaciones se desprende que se empezó por demarcar el terreno por medio de
               cuerdas; después con la tierra de este suelo, por semejante medio consagrado, se amaso el
               primer ladrillo, mezclándose con aquélla granos de mirra y de incienso. La ceremonia
               siguiente consiste en la distribución ó extensión de la arena: que, según parece, es la misma
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