Page 347 - Egipto TOMO 2
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264                    HASTA TEBAS
                 semillas de Osíris, y les comunica las condiciones indispensables para su desenvolvimiento,
                 á Hathor se debe  el haberlas dispuesto en su seno de  la manera conveniente.  Isis es la
                 naturaleza que crea, en conformidad á un plan previamente concebido; Hathor la naturaleza
                 que nos invita á contemplarlo. Ambas reunidas vienen á constituir, la una respecto de la
                 otra, el equivalente de lo que acontece y de lo que se realiza; pero así como, hasta cierto
                 punto, puede Isis ser considerada como la materia bruta en general, Hathor represéntala
                 ejecución armoniosa de lo que es ya obra realizada. En los monumentos se las distingue con
                 los nombres de madre y nodriza, teniendo para ello en cuenta que toman en sí mismas las
                 formas de las cosas y velan sobre éstas, como hacen con el infante las que lo tienen á su
                 cuidado.  Isis les da el seno, las mece en sus brazos, y las hace pasar incesantemente de una
                 á otra metamorfosis: en cuanto á Hathor, no sólo las alimenta y las arrulla, sino que las
                 instruye y las conduce por el camino de la verdad,  la bondad y la belleza. Y adviértase que
                 no sólo se la encuentra en el mundo superior: vésela también en el inferior, en el cual es la
                 vaca que después de haber parido por la mañana á Horo niño  el sol del nuevo dia, conduce
                                                       ,
                 á nueva vida el alma de los muertos. Los destinos ulteriores del alma humana se comparan
                 principalmente á los del astro del dia, puesto que, así como  el sol que ha terminado su
                 carrera debe hundirse en la tumba abierta del lado allá del horizonte, por la parte del Oeste,
                 sin  lo cual no podría surgir nuevamente, cada una de  las almas de  los que mueren
                 debe sepultarse en  el seno de Hathor, para renacer á una vida más bella y agradable.
                 Hathor es, pues, llamada madre de Horo; pero como, según parece, en un principio había
                 sido una diosa del cielo, se la considera en este concepto esposa del dios de la luz, siquiera su
                 hijo, personificando en sí mismo el círculo entero de lo porvenir, constituya su propio padre.
                 Esta antigua concepción egipcia explica por qué en ninguno de los templos del Nilo , se adora
                 nunca una sola divinidad ó una sola pareja divina. Los dioses se encuentran constantemente
                 formando por lo ménos un grupo de tres, con la circunstancia de que semejantes triadas ó
                 trinidades, se hallan compuestas por punto general de padre, madre é hijo. En Denderah,
                 además de los dioses, entre los cuales figuran en primer lugar los que son personificación
                 de  los elementos,  dichas  divinidades se han reunido constituyendo un verdadero  ciclo,
                 compuesto de cuatro formas de Hathor y cinco formas de Horo, á las cuales deben agregarse
                 Ahí,  el poderoso hijo de Hathor,  el cariñoso niño de  la flor de  loto, que aparece á las
                 primeras horas de la mañana y tiene no pocos puntos de semejanza con  el Eros griego;
                 Osíris, el Ser bondadoso, Un-nefer, al cual se apellida difunto; é Isis, la abuela de los dioses.
                 Tales son las divinidades á las cuales especialmente se tributan ofrendas, hallándose á la
                 cabeza de todas la de Hathor de Denderah, la reina de los dioses y de las diosas, que ha
                 existido desde  el comienzo y  llena con sus beneficios  el cielo y la tierra:  la bondadosa,
                 la verdadera, la bella cuya aparición arranca gritos de júbilo á los dioses y á los hombres: la
                 encantadora reina del amor, de seductor aspecto y rostro bellísimo: la amada y  protectora de
                 las mujeres, que permanece al lado de las madres en las horas difíciles: la señora de las
                 flores, de los perfumes, del canto y de las danzas, que llena de júbilo los corazones, en los
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