Page 345 - Egipto TOMO 2
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262 HASTA TEBAS
elementos exteriores que encontraremos en Tébas, Edfu y Philae no se encuentran en Den-
derah, sólo estaba abierto á tres clases de iniciados, que, sin embargo, no podian traspasar
los límites de la puerta que conduce de la sala grande (III) á la pequeña hypostila (II).
Distinguíase ésta con el nombre de sala de la Aparición de su Majestad, ó como si
dijéramos, de la diosa. En ella se exponía á la contemplación de los elegidos la imágen de
Hathor, es decir, no solamente la cabeza de oro y piedras preciosas que se guardaba en el
santuario, sino la estatua entera, cuyo seno encantador, en una circunstancia especial, se
dejaba al descubierto, levantando los cendales que lo velaban. En las grandes festividades
los iniciados se estrujaban junto á la puerta que conducía á la sala segunda (II), movidos por
el deseo de contemplar, siquiera de léjos, «la belleza de la divinidad.» Los profanos que
tenían acceso hasta el patio exterior, sólo podian echar una mirada á la sala hypostila (III),
designada en las inscripciones con el nombre de gran sala del Cielo; habiéndose llevado
tan adelante las precauciones, que ni el espectador situado junto al dintel de la puerta
principal podía abarcar el conjunto de la sala santa, para lo cual las columnas que formaban
la línea inferior se hallaban enlazadas entre sí por medio de un muro que llegaba hasta la
mitad de su altura. Cada uno de los visitantes lograba distinguir algo; pero era incompara-
blemente mucho más lo que debía imaginar. En cuanto al profano, descubría formas cuyas
proporciones sobrepujaban extraordinariamente las mayores que estaba acostumbrado á
contemplar, sin que en manera alguna le fuera dado abarcarlas en su conjunto, ni reconocer
el término que tenían á través de la oscuridad en que iban á perderse. El iniciado podía
contemplar la sala mayor del templo; pero en cuanto á las demás le estaba vedado el ingreso,
del mismo modo que al resto de los profanos, y su corazón se llenaba de angustia y de
respetuoso temor, cuando su mirada buscaba la dirección del sanctci sanctorum, siempre
rodeado de místicas tinieblas. Si después de esto paseaba su mirada á su alrededor, por el
ancho ámbito de la sala sobre cuyas losas se encontraba, calmábase instantáneamente la
congoja que le oprimía, considerando hallarse muy próximo al misterio de la divinidad, inac-
cesible, sin embargo, á su inteligencia y áun á sus miradas, porque la sala que lo contenia,
elevada, larga, armoniosa, soberbia, hallábase en completo acuerdo con la esencia de Hathor
tal cual él la tenia concebida, y servia para que se instruyera en la buena doctrina. El
nombre de la diosa significaba la casa de Horo, es decir, el mundo sensible en el cual
descansa la divinidad y mediante el cual se reveló á los hombres. Tienen razón por
consiguiente los que opinan que Hathor encierra una concepción primitiva del mundo , y que
su culto es antiquísimo en Egipto: y en efecto, desde la época de los reyes constructores de
pirámides v sus contemporáneos, fue adorada, no sólo en calidad de diosa local, como la
Neith de Sais, sino en todo el valle del Nilo, en calidad de divinidad superior del ciclo
osiríaco. Es la Isis; pero su esencia no coincide completamente con la esencia de Isis,
siquiera tenga también á Horo por hijo y se halle frecuentemente representada con la cabeza
ó el cuerpo de vaca, que es el animal que le está consagrado. Es también la forma femenina
que toma la causa fundamental de cuanto existe; mas si Isis es la tierra que recibe las