Page 467 - Egipto TOMO 2
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DE LA CIUDAD DE AMON A LA CATARATA
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sus alas protectoras un bello disco solar. El himno que en ambas se lee, encierra profunda
inspiración poética. Invócase en él al rio sagrado como padre de los dioses, como la
abundancia, la bendición, el proveedor del Egipto. Este bellísimo canto fué considerado
digno por Anana, el más distinguido de los poetas de la casa de Ramsés, después de Pentaui
de dar materiales para un nuevo himno, que nos ha sido conservado en un rollo de papiro.
En él, además del placer que nos proporciona la lectura de la poesía, encontramos preciosas
indicaciones respecto de la época en que el Nilo comenzaba á crecer y menguai en los
junto al extremo de la ribera escarpada, existe
tiempos antiguos. Un poco más al Norte, y
una capilla cuya belleza es incentivo para las visitas de inteligentes y profanos; pues son
preciado ornamento de la misma, para éstos el bajo—relieve colorido, en el cual se ve el íey
Horo entrando en su patria vencedor, conducido en una magnífica liteia poi lo* magnates
del reino, después de las victorias alcanzadas sobre los enemigos del Sur, así como lo
son para aquellos las numerosas inscripciones, todas importantísimas, correspondientes
á diferentes épocas, trazadas con jeroglíficos, ó con caractéres de escrituia demótica.
Al desembarcar en Gebel Silsile, encontramos completamente desierta la ribeia, cuajada
peregrinos. Al cabo de mucho
en otros tiempos de obreros activos, marineros, sacerdotes y
tiempo, atraídos por el pabellón de nuestra dahabijeh, aparecieron junto á la» cantera^ de la
costa arábiga, primero una mujer feláh y más tarde dos hombres harapientos, cuyos rasgos
se diferenciaban mucho de los de los egipcios. Eran individuos de raza be & a, ababdes,
pertenecientes á esas familias que renunciando á la vida nómada en el desierto arábigo,
en lugar del idioma de su pueblo, el to-bedijawije, hablan un
establécense en el Egipto, y
árabe perverso. En Radesije habíamos encontrado ya á algunos de esos hijos de la natu-
privados de su originalidad. Para conocerlos en su estado salvaje
raleza, domesticados y
primitivo, es indispensable irlos á buscar en el desierto, su patria: sólo así, en nuestra época
culta, puede formarse una idea aproximada de lo que era la vida humana en aquella»
remotas edades en que el hombre, por hallarse más cerca de la naturaleza que al presente,
gozaba esa felicidad tan encomiada por los cantores de idilios, y que sólo puede exLtir
miserable, en la cual apénas si desea otra
viviendo el hombre en una condición estrecha y
cosa más que lo absolutamente indispensable para llenar sus más precisas atenciones. La raza
bega, en la cual nos ocupamos, puede decirse que ni esto tiene, como no »ea en medida muy
las costas en que se halla establecida,
estrecha: por lo mismo que las montañas, los valles y
estériles del desierto
entre el Nilo y el mar Rojo, pertenecen á las regiones ardientes y
detenido, ha
digna sin embargo de un estudio atento y
arábigo. Esta comarca miserable, y
descrita
sido recorrida en todas direcciones, en estos últimos tiempos, por G. Schvveinfurth, y
con mucha minuciosidad por el doctor Klunzinger, que pasó seis años en Koser como médico
naturalista, en su obra titulada Cuadros del Alto Egipto. En las breves indicaciones que de
y
este admirable rincón del mundo pongo á continuación, he aprovechado mucha» de la.,
noticias contenidas en el rico tesoro de apuntes debidos á este eminente AÍajeio, que inéditas
todavía en su mayor parte, generosamente ha puesto á mi disposición.