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DE LA CIUDAD DE AMON A LA CATARATA
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íe^to no aon más que depósitos formados por el mar Rojo que en otro tiempo las cubría,
habiéndole letiiado paulatinamente á consecuencia del levantamiento progresivo del
país:
los restos de animales
fenómeno peí fecíamente demostrado por medio de la identidad de
fó&iles que en gian número se descubren, respecto de las que viven aún en las aguas de
dicho mar . tal ^ez la descomposición gradual de dichos fósiles es la que ha transformado
en espejuelo. las capas recientes de esta montaña.
La falta de agua, la soledad,
la carencia de vías de comunicación, hacen del desierto
aiábigo una comarca poco apropiada en
todas sus regiones para el gran comercio, de
manera que sólo en un lejano porvenir podrán nuestros cartógrafos dar con exactitud
la
estructura de cieitas partes de esta región, que tan cercase encuentra, sin embargo, de los
pueblos civilizados- En aquellos sitios en que
la cadena se halla interrumpida por valles
transversales, que extendiéndose de Oeste á Este, forman por su reunión ora una especie
de valle único, que desde el Nilo conduce
al mar Rojo, ora una série de valles, enlazados
entre sí por medio de pasos de fácil acceso, el comercio entre el Nilo v el mar, v entre éste
Y Arabia y hasta la India, del cual tan á menudo se ha hablado en estas páginas,
desenvolvióse y floreció desde los tiempos más antiguos. Prueba elocuente son de ello
muchos de estos caminos de tránsito existentes á la altura de Said L
Existe también un camino que casi constantemente sigue la cresta de la montaña
primitiva, y conduce desde el Cairo hasta Koser y aún más allá. En tiempo de Mehemet-
Alí establecióse un servicio postal, suprimido hace mucho tiempo: los dromedarios que lo
hacían empleaban sólo ocho dias en salvar la distancia existente entre la ciudad de los califas
y Koser. El más célebre y más antiguo de tales caminos es el que por el Wadi Hammamat
actual y por el v r alle apellidado por los antiguos egipcios Rohanu, conducía desde Coptos al
mar Rojo, el cual no sólo era frecuentado por las caravanas de negociantes, sino también,
de cuando en cuando, por los canteros y los soldados que venían á buscar materiales
preciosos para el Faraón en esa comarca tan rica en piedras duras. Encuéntrase en estas
montañas un alabastro soberbio, del cual hav dos variedades: una amarilla como la miel
y otra blanca como la nieve, el cual se extraia de las montañas Alabrastrinas de los antiguos,
situadas al oriente de Siut, y se empleaba para toda clase de objetos artísticos. También
se encuentra el pórfido rojo del monte Porfiritis, probablemente en el dia el Gebel Duchan,
muy estimado, y con razón, por los griegos y los romanos. En tiempo de las persecuciones
imperiales, más de un cristiano fiel á su fe fué condenado á cortar piedra en ella, en castigo
de su firmeza, en medio de los más horribles martirios, hasta que agotadas sus fuerzas
sucumbía al sufrimiento. Los egipcios hacían gran aprecio de cierta diorita de un verde
oscuro, de la cual labraban sarcófagos, estatuas, esfinges y otras obras de arte. En el valle
de Rohanu, donde, según parece, fueron los trabajos más numerosos y activos que en otros
1 Los más importantes han sido, y en parte son aún en el dia, los que partiendo de Esne ó de Edfu, conducen á la antigua Berenice y
hasta á Aidab, que fué célebre en los primeros tiempos del islamismo, así como los que se originan cerca de Kutf (Coptos), Kus, ó Kene,
Junto á las riberas del Kilo, y terminan en Koser, el Lemos limen de los antiguos. Desde Kene hay un camino que en dirección al Norte
conduce á Safage y á Gímsche, en las cercanías de las cuales existieron acaso los puertos tolemaicos de Filoteras y de Myos Horraos.