Page 230 - Murray, Gilbert. - Grecia Clásica y Mundo Moderno [1962]
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que no pocos acontecimientos que ocupan diez veces más de espacio
en nuestras historias.
Pero ahora observemos una diferencia entre estos dos exponentes
de vida noble. Se puede sentir un estremecimiento de admiración
ante la heroica hazaña de Telémaco y éste puede hacerle a uno
más valeroso y más fuerte. Sin embargo, no es posible revivirla, no
nos es dado compartir aquella experiencia. No obstante, cuando con
imaginación verdaderamente alerta se lee el Orfeo y Eurídice, se
puede compartir realmente una experiencia con Augusto y Mecenas y
todos los demás, una experiencia que es muy íntima y característica.
Desde luego, no hay dos personas a las que la lectura de un mismo
poema les procure plena y exactamente la misma experiencia; sin
duda que no. Pero una gran parte de tal experiencia es igual. En la
gran literatura, cuando los grammata muertos cobran vida y hablan,
se pueden volver a captar los grandes momentos del pasado. Sin
literatura es o muy difícil o imposible. Nos gustaría saber qué sintió
César al enterarse del asesinato de Pompeyo frente a la costa, qué
sentía Bruto cuando se resolvió al praeclarum facinus, qué sentía la
multitud cuando Antonio la arengaba junto al cadáver de César. No
es posible tal cosa si no es por una hazaña de adivinación imaginativa.
Sin embargo, se puede sentir exactamente como sentían distintos ro
manos contemporáneos al escuchar a leer el idilio virgiliano sobre
Orfeo. Al menos la mejor parte de nuestra experiencia no es muy
distinta de la de un romano que hubiera escuchado la lectura de
pasajes de Virgilio y se alejara luego, lleno el espíritu de las últimas
cadencias, que aún le resonaban en los oídos :
Eurydicen vox ipsa et frigida lingua,
Heu miseram Eurydicen, anima fugiente vocabat,
Eurydicen toto referebant flumine ripae.
Los documentos históricos pueden informarnos sobre cosas que
sucedieron hace mucho tiempo, pero las grandes obras de arte o de
poesía y, diría yo, las grandes obras de filosofía son ellas mismas las
cosas que sucedieron. El ejemplo que he puesto lo he tomado de
una obra de pura literatura, pero mi razonamiento tiene una apli
cación mucho más amplia, Nuestros documentos, nuestra capacidad
de expresión, nuestro sentido de los valores espirituales son todos
de una miserable imperfección; pero a veces, aquí y allá, durante su