Page 225 - Murray, Gilbert. - Grecia Clásica y Mundo Moderno [1962]
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LETRAS  HUMANAS  Y  CIVILIZACIÓN         2 2 9


      de  la  época  no  le  fue  dado  nunca.  El  historiador  puede  ver  aquel
      determinado  trozo  de  vida  en  su  nexo  histórico  y  de  esta  manera
      comparar  y  juzgar  y  comprender.  Puede  ver  los  triunfos  reducidos
      a  cenizas,  los  heroísmos  desesperados  que  parecían  locura  en  aquellos
      momentos  y  que  dieron  sus  frutos  luego,  las  confiadas  teorías  que
      resultaron  ser  un  simple  andar  a  tientas  tratando  de  obtener  algún
      resultado  que  hubiera  escandalizado  a  los  teóricos.
         Lo  que  vulgarmente  llamamos  historia  no  es  en  su  mayor  parte
      más  que  un  andamio  para  llegar  a  aquella  “ iluminación  del  alma”  de
      que  hablaba  Lord  Acton.  Claro  está  que  el  campo  del  historiador
      llega  mucho  más  allá  de  la  simple  literatura.  Un  buen  arqueólogo,
      para  poner  un  ejemplo,  estudiará  cimientos  de  edificios  y  una  gran
      cantidad  de  vasijas  rotas,  y  a  base  de  ellos  hará  buena  historia.  El
      arqueólogo  hará  ver  cómo  debieron  de  ser  los  edificios  enteros  y  para
      qué  servían,  y  por  qué  las  vasijas  tenían  aquella  forma  y  no  otra.
      Incluso  sabrá  mucho  acerca  del  modo  en  que  pasaban  el  tiempo  los
      habitantes  de  las  casas.  Piénsese  en  cuánto  sabemos  ya,  a  base  casi
      exclusivamente  de  restos  arqueológicos,  sobre  la  Creta  minoica  y,
      principalmente  gracias  a  tales  restos,  sobre  el  antiguo  Egipto  y  sobre
      Asiría.  Lo  hecho  en  la  labor  de  redescubrimiento  y  recreación  de
      aquellas  remotas  sociedades  no  sólo  es  prodigioso  en  su  habilidad  y
      resultados,  sino  que  logra  el  fin  que  se  proponía.  Excita  nuestra  ima-
      ginación  y  nos  informa  sobre  lo  que  queremos  saber.  Sin  embargo,
      repárese  por  un  momento  en  la  medida  en  que  falla.
         Falla  justamente  donde  fallan  nuestros  conocimientos  del  pasado
      de  las  naciones  salvajes,  donde  — cosa  curiosa—   falla  una  gran  parte
      de  nuestro  conocimiento  de  la  Edad  Media.  Sabemos  cómo  iban
      vestidas  las  gentes,  cuándo  y  dónde  y  por  qué  combatieron  unas
      contra  otras,  cómo  eran  sus  armas  y  quién  venció.  Con  todo,  lo  que
      realmente  queremos  saber  no  nos  lo  dicen,  porque  en  un  caso  no
      han  dejado  literatura  en  absoluto  y  en  el  otro  es  relativamente  escaso
      el  acervo  de  literatura  que  se  expresa  a  sí  misma.
         “ Un  buen  libro  es” ,  dicho  con  la  famosa  frase  de  Milton,  “ la  in­
      estimable  linfa  vital  de  un  espíritu  superior  recogida  cuidadosamente
      y  embalsamada  para  que  le  sobreviva” .  El  buen  libro  conserva  el
      verdadero  pensamiento  y  sentir  de  tal  espíritu,  y  un  buen  grammatikos
      sabe  recrear  aquel  pensamiento  y  aquel  sentir  para  volver  a  vivirlos.
      (Claro  está  que  no  perfectamente !  no  para  vivirlos  exactamente  como
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