Page 227 - Murray, Gilbert. - Grecia Clásica y Mundo Moderno [1962]
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LETRAS  HUMANAS  Y  CIVILIZACIÓN         231


      tación  política  sostenida  y  rigurosa,  tan  desprovistos  de  falso  senti»
      mentalismo  o  de  ampulosidad,  y  — cabría  añadir—   tan  constante­
      mente  enderezados  a  temas  elevados.  ¿Podrían  ustedes  hacerlo  ahora?
      Quizá  sí  en  el  Parlamento,  pero  seguro  que  no  en  una  reunión  al
      aire  libre.  No  somos  lo  bastante  civilizados  ni  serios  para  tal  cosa.
         Pero  dicho  sea  todo  esto  de  paso.  Lo  que  principalmente  quena
      afirmar  es  que,  si  se  quiere  entender  la  civilización  griega,  se  puede
      conseguir  con  la  lectura.  Si  se  quiere  ver  qué  era  ser  griego,  léanse
      los  libros  que  nos  dejaron,  y  léanse  con  la  imaginación  alerta.  Huelga
      decir  que  no  se  podrá  conseguir  por  completo,  pero  sí  lo  bastante
      para  obtener  una  experiencia  extraordinariamente  rica  y  vivificante.
      Huelga  decir  que  hay  que  tratar  de  asimilar  también  su  arte,  de
      asimilar  todo  lo  que  se  pueda  encontrar  de  la  obra  y  la  expresión  de
      la  Grecia  libre  en  los  dominios  de  lo  que  ellos  llamaban  τό  καλο'ν.  To
       καλο'ν  es  aquello  que  a  uno  le  gusta  por  sí  mismo  y  que  de  un  modo
      natural  busca  en  cuanto  se  encuentra  libre  de  la  tenaza  de  la ανάγκη,
      y,  por  tanto,  cultivándolo  es  como  mejor  se  expresa  un  hombre.
         Ya  se  ve  a  qué  conclusión  nos  va  llevando  el  tema.  Concediendo
      que  es  cuestión  de  mucho  momento  para  nosotros  conocer  la  gran
      civilización  de  que  somos  hijos  y  sucesores;  que  lograr  ese  conoci­
      miento  es  labor  de  un  historiador;  que  el  conocimiento  o  saber  que
      queremos  adquirir  es  pura  y  simplemente  historia,  la  argumentación
      nos  hace  ver  que  tal  historia,  si  ha  de  alcanzar  o  àproximarse  a  su
      meta,  ha  de  recurrir  a  la  erudición  en  el  sentido  lingüístico  e  imagi­
      nativo  del  término.  De  todos  los  instrumentos,  la  erudición  es  el  que
      más  hondo  llega  si  realmente  se  quiere  que  la  historia  antigua  cons­
      tituya  un  todo  inteligible.  La  tarea  que  se  nos  plantea  como  histo­
      riadores  es  saber  qué  era  la  vida  en  Atenas.  Y   como  mejor  lo  sabre­
      mos  es  reviviendo  las  partes  más  grandes,  elevadas  y  características  de
      ella.  No  se  deje  el  lector  convencer  de  que  las  cuestiones  de  filología
      y  de  estilo  y  gramática  son  cosas  pueriles  de  las  que  dejamos  cuando
      salimos  de  la  escuela ;  de  que  sólo  las  inscripciones  y  las  excavaciones
      y  la  investigación  arqueológica  son  realmente  “ científicas”  y  dignas
      de  estudio  serio.  Si  se  leen  las  Cartas  de  Cicerón,  no  se  querrá  saber
      simplemente  los  hechos  y  las  fechas  y  las  intrigas  en  tomo  al  asesi­
      nato  de  César.  Se  querrá  saber  cómo  era  Cicerón,  cómo  eran  varios
      de  sus  corresponsales  y  contemporáneos ;  y  muchas  veces,  el  conoci­
      miento  que  de  ellos  se  tenga  dependerá  del  giro  jocoso  o  amable  de
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