Page 41 - Cómo no escribir una novela
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horas de arañar los enormes muros de este frío y húmedo sótano. Llame a
la policía, llame a los periódicos, y luego eche a correr. Para mí ya es tarde
pero
OH, DIOS MÍO, OH, DIOS MÍO, OH, DIOS MÍO, creo que ya vuelve,
OH, DIOS MÍO, OH, DIOS MÍO, OH, DIOS MÍO…
Las viejas reglas han saltado por los aires y los géneros se mezclan alegremente. Una
novela romántica paranormal. Ciencia ficción negra. Vampiros en Wall Street. Una
historia de amor en la Tierra Media. Esto abre nuevos y fértiles campos de acción, y
nosotros te animamos a ello. Sin embargo, si vas a introducir en tu trama convencional
un elemento fantástico, futurista o mágico, es una buena idea que no esperes hasta las
últimas veinte páginas.
Aunque un hecho muy revelador al final de la novela puede hacer que el lector
recapitule y lo comprenda todo bajo una nueva luz —«Ah, era el tío materno el que
estaba contando la historia todo el rato»—, es mejor NO hacerle saber al lector,
después de haberle hecho leer trescientas páginas de realismo cotidiano, a bote pronto,
que el protagonista que se salvó del incendio en el capítulo 2 es en realidad una mágica
criatura con poderes telepáticos que ha venido de otro planeta, y que sólo estaba
esperando el momento más adecuado para revelar sus superpoderes y salvar el mundo.
Este tipo de final es un ejemplo especial del deus ex machina, conocido como folie
adieu, en román paladino: «¿Y ahora me vienes con éstas?»
Los finales sorprendentes sólo tienen cabida en mundos donde hay lugar para que
ocurra lo inesperado. No basta con que un fantasma domine la acción a lo largo de todo
el capítulo 3 y luego olvidarse de los fantasmas hasta el capítulo 12. Debe haber habido
previamente varias apariciones de fantasmas, alguna conversación sobre fantasmas o
todo el libro debe describir una atmósfera que sea coherente con la posibilidad de que
surja un fantasma.
Los gnomos de los calzoncillos
Cuando se omiten pasos cruciales
Synthia se lo quedó mirando de forma implacable.
—No, Jack. No hay sitio para tus ergohidráulicas ideas en América. ¡Ni
en mi corazón!
Y después de decir esto, cerró la puerta de un portazo tras ella. En un