Page 37 - COLOMBIA:
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Ahí están la combatividad y la integridad de María Cano y de Ignacio
                              Torres Giraldo; la lucha de los mártires de las bananeras; la Biblioteca
                              Aldeana de Daniel Samper Ortega, y su generoso proyecto intelectual.

                               Ahí está la obra lúcida, original, audaz, y profundamente comprometida
                              con el país, del maestro Fernando González. Ahí está el ejemplo de los
                              grandes líderes populares del MRL, el ejemplo de Alfonso Barberena
                              luchando en las barriadas por las muchedumbres que llegaban huyendo
                              de la Violencia.
                                Ahí está la obra de Gabriel García Márquez, que hizo que Colombia
                              ingresara  en las  letras universales;  y ahí está la poesía edénica  de
                              Aurelio Arturo.

                                Ahí están los grandes movimientos obreros de los años sesenta, el
                              movimiento   estético   impulsado   por   Marta   Traba,   y   el   gran   esfuerzo
                              intelectual impulsado por Jorge Gaitán Durán y la revista <I>Mito<D>.

                               Ahí está el ejemplo generoso de Camilo Torres Restrepo, capaz de dar
                              todo por sus convicciones.

                              Ahí está el Nadaísmo, expresión de la rebeldía juvenil en una década
                              inolvidable, renovador del lenguaje literario y conciencia crítica de su
                              tiempo. Ahí esté el largo y enriquecedor esfuerzo cultural de la revista
                              <I>Eco<D> por mantener vivos los vínculos entre nuestra cultura y la
                              gran tradición occidental.

                              Ahí está el esfuerzo de Luis Carlos Galán por dignificar la política. Ahí
                              está   la   música   popular   de   Carlos   Vieco   y   de   Tartarín   Moreira,   de
                              Guillermo Buitrago y de Lucho Bermúdez, de José A. Morales y de Jorge
                              Villamil,   del   inspirado   maestro   José   Barros   y   de   Carlos   Washington
                              Andrade, de Crescencio Salcedo y de los juglares vallenatos.

                              Ahí está la intensa y paciente labor filosófica de Danilo Cruz Vélez; y el
                              genio reflexivo y la pedagogía estética de Estanislao Zuleta, que abrió
                              nuestro pensamiento a los horizontes de la modernidad.

                                  Es grande el trabajo que se ha hecho y grande el que resta por hacer, pero es
                              posible que Colombia, sin saberlo muy bien, sin decírselo siquiera a sí misma,
                              haya emprendido hace ya tiempo la tarea de propiciar una transformación que
                              no pueda ser frustrada por las balas de la codicia.

                              Sus mayorías renunciaron hace mucho a la fe en los líderes y en los
                              partidos, pero  importantes sectores de la población, apartándose del

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