Page 38 - COLOMBIA:
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mundillo prepotente y antinacional que nos gobernó, se han dedicado a
la labor fecunda y duradera de reconocerse en el país y de construir un
proyecto que no pueda ser socavado por la difamación ni por el crimen.
Ha venido creciendo una conciencia distinta que no puede situarse ni
acallarse, porque está en todas partes.
Está en la labor admirable y generosa de Gerardo Reichel-Dolmatoff,
quien nos reveló los mundos asombrosos de misterio y de sabiduría de
los pueblos indígenas a los que nuestra cultura oficial había considerado
siempre salvajes y primitivos. Está en la labor persistente de
antropólogos y sociólogos, de biólogos e ingenieros, de médicos e
investigadores que, como los miembros de la vieja Expedición Botánica,
no ignoran las implicaciones políticas de su labor, no ignoran que su
esfuerzo es parte de la búsqueda de un destino mejor para Colombia.
Está en la creciente labor de escritores y artistas, de filósofos y
psicólogos, de historiadores y arquitectos, de científicos y técnicos cuya
silenciosa rebelión está en la voluntad de construir un saber que se deba
a nosotros y que resuelva problemas de nuestra realidad.
Al lado del país de los privilegios, del Estado corrupto y de sus políticos,
al lado de las violencias guerrilleras y estatales, de la mafia y del hampa,
al lado de las torturas y las ejecuciones sumarias, de las masacres
políticas y de los cinismos electorales, ha ido creciendo ese otro país al
que ya no engañan los poderes económicos egoístas y sus voceros en
los medios de comunicación. De ese país indignado pero responsable y
creador, de ese país que no es noticia, debe salir el futuro que Colombia
merece.
Pero ese país en formación aún no está integrado en un Proyecto
Nacional. Sus esfuerzos crecieron aislados, y por eso la nación donde se
gesta la rebelión civilizadora, llamada a cambiar por fin los protagonistas
de la historia colombiana, todavía produce la sensación de ser sólo un
dilatado desastre en cine mudo. Todavía ese pensamiento plural no se
ha cohesionado en un lenguaje que nos permita entrar en diálogo
creador unos con otros. Aún impera el lenguaje receloso, faccioso y
excluyente que nos enseñaron, pero en incontables ciudadanos existe ya
la semilla de esa Nueva República, unida en su complejidad étnica y
cultural, y a la vez respetuosa de sus diferencias.
En la admirable literatura testimonial más reciente, después de 50 años
de silencio, gentes del pueblo que fueron protagonistas de una historia
tremenda han empezado a reconstruir su destino mediante un lenguaje
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