Page 39 - COLOMBIA:
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vivo y lleno de revelaciones. En lugar de pensar en dominarlo y en
                              administrarlo,  muchos colombianos están interrogando y pensando  el
                              país.

                              Después   de   las   valiosas   Jornadas   Regionales   de   Cultura,   el   alegre
                              esfuerzo de las comunidades permitió salvar otra convocatoria cultural
                              dignificadora y fecunda, el programa Crea, una expedición por la cultura
                              colombiana,   sostenido   a   ciegas   por   varias   administraciones   sin
                              comprender   muy   bien   su   valor,   y   que   vino   a   sorprendernos   con   la
                              riqueza, la diversidad y la vitalidad de nuestra cultura presente.

                               El nuevo país crece en la labor de industrias y cooperativas regionales;
                              de   empresas   solidarias;   de   movimientos   ecológicos;   de   medios
                              alternativos; de eventos literarios, artísticos y musicales de trascendencia
                              mundial logrados gracias a la iniciativa particular en varias ciudades; en
                              la   dignidad   de   una   nueva   generación   de   periodistas   responsables   y
                              valerosos; en creadores de música y danza que se han inclinado sobre
                              las fuentes de su propia cultura para encontrar un lenguaje con el cual
                              hablarle originalmente al mundo; en el trabajo de grupos y personas
                              comprometidos con el país, que no tienen el menor afán por lanzarse a la
                              conquista del poder, o que, habiendo conocido las redes paralizantes de
                              su enorme laberinto kafkiano, ya saben cuán imposible es cambiar algo
                              en la bruma pesadillesca de los incisos y de los occisos.

                                  Sólo tomando posesión de ese lenguaje, múltiple y cohesionador, que
                              le dé un nuevo sentido a la nación y a su historia, podremos llegar a
                              constituir   un   movimiento  capaz,  no  de reclamar   ni  de  pedir  sino   de
                              provocar los grandes cambios sociales que requiere el país y proponer
                              una vida viable en el ámbito de las posibilidades contemporáneas.

                              Para realizar una revolución que no pueda ser detenida y frustrada por
                              las balas, se  requiere la  unión  de la inteligencia,  la creatividad y la
                              solidaridad de millones de seres humanos, de los que ya saben que el
                              poder existente sólo busca un futuro para esa exigua minoría que se
                              avergüenza de sus compatriotas y que sistemáticamente los desprecia y
                              los excluye.

                                  Un país formidable en recursos y capaz de grandes empresas está en
                              condiciones de nacer. Basta que los colombianos nos permitamos ser
                              conscientes de nuestra fuerza, ser los voceros orgullosos de nuestro
                              territorio, los defensores de nuestra naturaleza y los hijos perspicaces de
                              una historia que yace en el olvido. Hoy ya no se trata de alcanzar el cielo




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