Page 205 - Fantasmas
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Joe  HitL



           —¿El qué? —preguntó.
           —Arena  —respondió  Bruce  Yamada—.  Que sea  más pe-
     sado.  No pesa  lo suficiente.  ¿Entiendes?
           —¿A los otros  niños  también  les sonó  el teléfono?
           —No  preguntes  por quién suena  el teléfono  —dijo Bru-
     ce y a continuación  dejó escapar  una  risa queda e infantil.  Des-
     pués añadió —: Ninguno  de nosotros  lo oyó, sólo tú. Hace  fal-
     ta pasar un  rato  en  la habitación  para aprender a oírlo y tú eres
     el único  que ha estado  tanto  tiempo. Mató  a los otros  niños  an-
     tes  de que  recobraran  la consciencia,  pero  a ti no  puede ma-
     tarte,  ni siquiera  puede  bajar al sótano.  Su hermano  se  pasa
     las noches  en  el cuarto  de estar  hablando  por teléfono,  es  un
     cocainómano  que nunca  duerme.  Albert  lo odia, pero  no  pue-
     de echarlo.
           —Bruce,  ¿estás ahí de verdad  o me  estoy volviendo  loco?
           —  Albert también  lo oye —contestó  Bruce  ignorando  su
     pregunta—.  Á veces,  cuando  está  en  el sótano,  le llamamos  y
     le gastamos  bromas.
           —Me  encuentro  muy  débil  y no  sé si podré enfrentar-
     me a él en  este  estado.
           Podrás.  Jugarás  duro.  Me alegro de que seas  tú, y ¿sa-
     bes lo que te digo, John? Susannah  encontró  los globos.
           —¿De verdad?
           —Pregúntaselo  cuando  estés  en  casa.
           Hubo  un  clic y Finney esperó oír tono  de línea, pero  no
     fue así.

















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