Page 204 - Fantasmas
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FANTASMAS
Se levantó y esperó a que el suelo, bajo sus pies, dejara de
moverse; era como estar en una cama de agua. El teléfono so-
nó por tercera vez, al chocar la clavija con las campanillas. La
realidad abrasadora del timbrazo le despejó la cabeza Anos com-
pleto, devolviéndole a su ser. e
Descolgó el auricular y se lo llevó a la oreja.
—¿Dígame?
Oyó el gélido siseo de la electricidad estática.
—John. —Era la voz de un niño al otro lado de la línea.
Se le oía tan lejos que parecía que llamaba desde el otro lado
del mundo—. Escucha, John. Va a ser hoy.
—¿ Quién es?
—No recuerdo mi nombre —dijo el niño—. Es lo pri-
mero que se te olvida.
—¿Lo primero que se te olvida, cuándo?
—Ya sabes cuándo.
Pero Finney pensó que había reconocido su voz aun-
que sólo habían hablado una vez.
—¿Bruce? ¿Bruce Yamada?
—Quién sabe —contestó el niño—. Como comprende-
rás, a estas alturas no importa.
Finney levantó la vista hacia el cable negro que subía
por la pared y se quedó mirando allí donde se terminaba, al bi-
furcarse en un racimo de hilos de cobre. Decidió que no im-
portaba.
—¿Qué es lo que va a ser hoy? —preguntó.
—Llamo para decirte que tienes una manera de luchar
contra él.
—¿Cuál?
—La tienes en la mano.
Finney volvió la cabeza y miró el auricular. Se lo había
separado de la oreja y podía escuchar el sonido metálico del ni-
ño muerto diciéndole más cosas.
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