Page 294 - Fantasmas
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FANTASMAS



        comercial.  Bobby dejó de escuchar y se descubrió  observando  al
        otro  Bobby, el hijo de Harriet.  Tenía un  rostro  alargado  y so-
        lemne, ojos color chocolate  y abundante pelo negro,  lacio y des-
        peinado. De hecho, el niño  se parecía un poco a él, que también
        tenía ojos marrones,  cara  ovalada y espesos  cabellos negros.
              Se preguntó si Dean se parecería también  a él y aquel pen-
        samiento  le aceleró  el pulso. ¿Qué pasaría si Dean  se presenta-
        ba a hacer una  visita a Harriet  y al pequeño  Bobby y resultaba
        ser  su  hermano  gemelo?  Esta  idea le resultaba  tan  inquietante
        que por un  instante  sintió  que  le flaqueaban  las piernas,  pero
        entonces  recordó  que  estaba  disfrazado  de cadáver,  con  la ca-
        ra azul y una  herida en la cabeza.  Incluso  si resultaban  ser idén-
        ticos  nadie  lo notaría.
               Romero  dio algunas instrucciones  más  sobre  cómo  ca-
        minar como  un  zombi —hizo  una  demostración  poniendo  los
       ojos en  blanco  y dejando caer  la cabeza  como  un  muerto—,  y
        después  prometió  que  empezarían  a rodar  en  pocos  minutos.
              Harriet  giró sobre  sus  talones  y lo miró  con  una  mano
        apoyada en  la cadera y pestañeando  de forma  teatral.  Bobby se
        volvió  al mismo  tiempo y estuvieron  a punto  de chocar  el uno
        contra  el otro.  Harriet abrió la boca  para  hablar,  pero  no  emi-
        tió sonido  alguno.  Estaban  demasiado  cerca  y aquella proxi-
        midad  física inesperada  pareció perturbarla.  Bobby tampoco
        sabía qué decir, de repente  tenía la mente  en  blanco.  Entonces
        Harriet  rió y sacudió  la cabeza,  una  reacción  que  a Bobby le
        pareció  artificial  y producto  del nerviosismo,  no  de la alegría.
              —Veamos,  amigo  —dijo Harriet,  y Bobby  recordó  que
        cuando  la obra no  iba bien y tenía  problemas  con  el texto,  en
        ocasiones  se  ponía a imitar  a John Wayne  en  el escenario,  una
        costumbre  que  en  aquel entonces  irritaba  a Bobby y que  en
        cambio  ahora  le resultó  enternecedora.
              —¿Vamos  a empezar  ya o qué? —preguntó  el pequeño
        Bobby.




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