Page 292 - Fantasmas
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FANTASMAS
mujer y de su hijo de cinco años no sería una buena idea, por mu-
cho que Harriet y él hubieran sido en un tiempo amigos íntimos
y la pareja más popular del grupo de teatro Morir de Risa durante
su último año en el instituto. Así que se limitó a decir:
—¿Ah sí? ¡Qué bien!
—Me gusta el corte gigante que llevas.en la cára cido el
niño señalando la ceja de Bobby. Él tenía una herida en la ca-
beza de feo aspecto, en la que se veía el hueso bajo la piel—.
¿No te pareció genial el tipo que nos maquilló?
A Bobby, en realidad, le había dado mala espina Tom Sa-
vini, que mientras lo maquillaba estuvo consultando todo el
tiempo un libro de fotografías de autopsias. Las personas allí
retratadas con la carne mutilada e inerte y caras contritas es-
taban realmente muertas, no se levantarían después para ser-
virse un café de la mesa de catering. Savini estudiaba sus heri-
das con concentrado interés, igual que un pintor estudia el
motivo de su cuadro.
Pero Bobby entendía por qué le había parecido genial al
niño. Con su chaqueta de cuero negro, botas de motociclista,
barba oscura y unas cejas poco comunes, gruesas y negras y
puntiagudas como las del Dr. Spock o Bela Lugosi, parecía la
viva imagen de un dios del death metal rock.
Alguien dio una palmada y Bobby miró a su alrededor. El
director, George Romero, estaba al pie de las escaleras mecá-
nicas, un hombre corpulento de un metro ochenta de estatura
y espesa barba castaña. Bobby había reparado en que muchos
hombres del equipo de producción llevaban barba. Gran parte
de ellos tenían también pelo largo y vestían antiguas prendas
militares y botas de obrero, como Savini, de forma que parecían
una banda de revolucionarios de la contracultura.
Bobby, Harriet y el pequeño Bob se unieron al resto de
extras para escuchar lo que decía Romero. Tenía una voz po-
tente y segura, y cuando sonreía se le formaban dos hoyuelos
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