Page 293 - Fantasmas
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Joe HiLL
en las mejillas, visibles a pesar de la barba. Preguntó si alguno
de los presentes sabía algo de cómo se hace una película. Unos
pocos, Bobby entre ellos, levantaron la mano. Romero dijo
«gracias a dios que hay alguien», y todos rieron. Añadió que
quería darles la bienvenida al mundo de las superproducciones
de Hollywood y todos volvieron a reír, porque George Ro-
mero hacía películas sólo en Pensilvania y todos sabían que
El amanecer de los muertos era menos aún que una película
de bajo presupuesto, era prácticamente una película sin presu-
puesto. Dijo que daba las gracias a todos por estar allí y que a
cambio de diez horas de trabajo extenuante les pagaría en me-
tálico una suma tan colosal que no se atrevía a decirla en voz
alta, y por tanto se limitaría a enseñársela. Después de lo cual
agitó un billete de un dólar en la mano, lo que fue recibido con
nuevas risas. A continuación Tom Savini se inclinó sobre la ba-
randilla de la planta de arriba y gritó:
—NO se rían. ¡Eso es más de lo que muchos cobramos
por trabajar en este bodrio!
—La mayoría está aquí por amor al trabajo —dijo Geor-
ge Romero—. Tom en cambio lo hace porque disfruta rocian-
do a la gente con pus.
Se escucharon algunos gemidos de asco.
—;¡Es pus falsa! —gritó Romero.
—Eso es lo que tú te crees —respondió Savini desde al-
gún lugar de la planta de arriba, pues se había separado de la
barandilla y ya no se le veía.
Hubo más risas. Bobby tenía algo de experiencia en diá-
logos cómicos, y sospechaba que éste era ensayado y que ha-
bía sido representado más de una vez.
Romero habló un rato sobre el argumento. Personas que
acababan de morir volvían a la vida y se dedicaban a comerse
a la gente. Ante la incapacidad del gobierno de hacer frente a
esta crisis, cuatro jóvenes héroes se refugiaban en este centro
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