Page 43 - Fantasmas
P. 43
Joe HiLL
—¿Qué le pareció el final? —preguntó de repente, sin
previo áviso.
—¿De «Buúttonboy»? Me gustó. Si no me hubiera gusta-
do, no querría publicarlo.
—En la Universidad de Kathadin lo odiaron. Todas esas
niñas de papá con sus faldas escocesas. Odiaron muchas par-
tes del relato, pero sobre todo el final.
Carroll asintió.
—Porque no se lo esperaban. Probablemente se llevaron
un buen susto. Ese tipo de finales chocantes ya no están de
moda.
Kilrue dijo:
—En la primera versión que escribí el gigante estrangula
a la chica, y cuando ésta está a punto de perder el conocimien-
to se da cuenta de que el otro hombre se dispone a coserle el
coño con unos botones. Pero me entró el pánico y lo cambié.
Creo que Noonan no lo hubiera publicado así.
—En la literatura de terror, a menudo lo más potente es
lo que se deja fuera —repuso Carroll, en realidad por decir al-
go. Tenía la frente cubierta de un sudor frío—. Voy al coche
por unos formularios. —Tampoco estaba seguro de por qué
había dicho eso. No tenía ningún formulario en el coche, pe-
ro de repente sentía una necesidad imperiosa de respirar aire
fresco.
Agachó la cabeza y retrocedió hasta el pasillo, haciendo
esfuerzos para no echarse a correr. Cuando llegó al final de la
escalera dudó un momento, preguntándose dónde habría pues-
to su abrigo el hermano obeso de Kilrue. Echó a andar por el
corredor, que se volvía más y más oscuro conforme avanzaba
por él.
Bajo las escaleras había una puerta pequeña, pero cuan-
do giró la chapa de bronce no se abrió. Siguió avanzando por
el pasillo buscando un armario. De algún lugar cercano llega-
41