Page 42 - Fantasmas
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FANTASMAS
mano y el correo en la otra. Entonces se detuvo de golpe
y miró hacia lo alto de la escalera agitando un sobre de es-
tráza.
— ¡Eh, Pete! ¡Ha llegado la pensión de mamá! —dijo con
voz temblorosa de emoción. 7 :
Para cuando Carroll llegó al final de la escalera Peter Kil-
rue ya caminaba en dirección a una puerta abierta al final del pa-
sillo. Todo en la casa parecía deforme, hasta el pasillo, y el sue-
lo daba la impresión de estar inclinado hasta el punto que Carroll
tuvo que sujetarse a la pared para conservar el equilibrio. Fal-
taban tablones y sobre el hueco de la escalera colgaba una in-
mensa araña de cristal cubierta de pelusas y telarañas. En algún
lugar lejano de la memoria de Carroll resonaban los primeros
compases de la banda sonora de La familia Addams en un ca-
rillón que tocaba un jorobado.
Kilrue ocupaba un pequeño dormitorio abuhardillado.
Contra una de las paredes se hallaba una mesa pequeña de ma-
dera con la superficie desconchada, sobre la cual había una
máquina de escribir eléctrica encendida, con una hoja de pa-
pel metida en el rodillo.
—¿Estaba trabajando? —preguntó Carroll.
—No puedo parar —contestó Kilrue.
—Eso está bien.
Kilrue se sentó en el jergón y Carroll dio un paso dentro
de la habitación. No podía avanzar más sin darse en la cabeza
con el techo. Peter Kilrue tenía unos ojos extraños, desvaí-
dos, y con los párpados enrojecidos, como si los tuviera irri-
tados. Miraba a Carroll sin pestañear.
Éste le habló de la antología y le dijo que le pagaría dos-
cientos dólares además del porcentaje de derechos de autor.
Kilrue asintió sin demostrar sorpresa ni curiosidad alguna por
los detalles. Su voz era entrecortada y femenina. Le dio las gra-
cias a Carroll.
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