Page 41 - Fantasmas
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Joe HiLL
Eddie Carroll anunció que estaba buscando a Peter Kil-
rue, a lo que el hombre gordo respondió inclinando la cabeza
en dirección a la puerta, el mismo gesto de «sígueme» que ha-
bía empleado para dirigirlo a la entrada de la casa. Después se
volvió y le dejó paso.
El recibidor estaba en penumbra y las paredes cubiertas
de marcos de fotografía inclinados. Una estrecha escalera con-
ducía a la segunda planta. En el aire había un olor húmedo y
extrañamente masculino... a sudor, pero también a masa de tor-
titas. Carroll lo identificó de inmediato, pero también de in-
mediato decidió hacer como que no había notado nada.
—Es un montón de mierda este recibidor —dijo el hom-
bre gordo—. Déjeme que le cuelgue el abrigo. No solemos
tener visitas.
Su voz era alegre y chillona. En cuanto Carroll le tendió
su abrigo, se dio la vuelta y gritó en dirección a las escaleras:
—;¡Pete! ¡Visita!
El brusco cambio del tono sobresaltó a Carroll. Enton-
ces el suelo de madera crujió sobre sus cabezas y un hombre
delgado con chaqueta de pana y gafas de montura de plástico
cuadrada apareció en lo alto de las escaleras.
-—¿En qué puedo ayudarlo? —preguntó.
—Me llamo Edward Carroll y edito una colección de an-
tologías. America's New Best Horror. —Miró a Kilrue espe-
rando que su cara demostrara alguna reacción, pero éste per-
maneció impasible—. Leí uno de sus cuentos, «Buttonboy»,
en True North y me gustó bastante. Me gustaría incluirlo en la
antología de este año. —Hizo una pausa y a continuación aña-
dió—: No ha sido fácil dar con usted.
—Suba —dijo Kilrue desde lo alto de la escalera, dando
un paso atrás.
Carroll empezó a subir mientras abajo el hermano gor-
do caminaba por el pasillo con el abrigo de Carroll en una
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