Page 38 - Fantasmas
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FANTASMAS
construidos sobre antiguos cementerios indios; todos ellos pla-
gados de erratas y de atentados contra los principios básicos
de la gramática...
—¿Verdad que Peter Kilrue es otra cosa? —le preguntó
Graham—. Yo le publiqué su primer relato. ¿No lo has leí-
do? Te lo envié, querido. :
—Debí de traspapelarlo —respondió Carroll. Llevaba un
año sin abrir Rancid Fantasies, aunque hacía poco había usado
un ejemplar para forrar la caja de arena de su gato.
—Te gustaría —dijo Graham dejando ver sus dientes una
vez más—. Es uno de los nuestros.
Carroll trató de disimular un escalofrío.
—¿Has hablado alguna vez con él?
—¿Que si he hablado con él? Tomamos una copa duran-
te el almuerzo. Ha estado aquí esta mañana. Acababa de irse
cuando llegaste tú.
Graham abrió la boca en una ancha sonrisa. Le apestaba
el aliento.
—S1 quieres puedo darte su dirección. No vive lejos de aquí.
Después de un almuerzo breve y tardío, leyó el primer
relato de Peter Kilrue en un ejemplar de Rancid Fantasies que
le consiguió Matthew Graham. Se titulaba «Cerditos» y trata-
ba de una mujer emocionalmente perturbada que da a luz una
camada de lechones salvajes. Éstos aprendían a hablar, a ca-
minar sobre sus patas traseras y a vestir como humanos, a la
manera de los cerdos de Rebelión en la granja. Conforme avan-
zaba la historia, sin embargo, volvían a su estado salvaje y usa-
ban sus colmillos para despedazar a su madre. Hacia el final del
relato se enzarzaban en un combate mortal para decidir cuál de
ellos se comería los trozos de carne más sabrosos.
Se trataba de un texto corrosivo y exacerbado y, aunque
era sin duda el mejor relato jamás publicado en Rancid Fan-
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