Page 34 - Fantasmas
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FANTASMAS
—No, no busco a Arnold Kilrue, sino a Peter. Arnold es
probablemente su hermano. ¿Era gordo y con muchos tatuajes?
—Para nada. Flaco, musculoso y con una sola mano. De-
cía haber perdido la otra con una segadora.
—Ya —replicó Carroll, pensando que ese hombre bien
podría ser familia de Peter Kilrue—. ¿Y qué es lo que hizo?
—Violación de una orden de alejamiento.
—Bueno —siguió Carroll —. ¿Alguna pelea conyugal?
—Sentía simpatía por los maridos que eran víctimas de los abo-
gados de sus mujeres.
—De eso nada —replicó el jefe de personal—. Más bien
maltratos a su madre. ¿Qué le parece?
—¿Sabe si es familia de Peter Kilrue y cómo podría con-
tactar con él?
—NOo soy su secretaria personal, amigo. ¿Hemos termi-
nado esta conversación?
—Desde luego que sí.
Probó con la guía telefónica, llamando a gente con el ape-
llido Kilrue en la zona de Poughkeepsie, pero nadie parecía co-
nocer a ningún Peter y tuvo que darse por vencido. Furioso, se
puso a limpiar su despacho, tirando papeles sin ni siquiera mi-
rar qué eran y trasladando montones de libros de un sitio a otro.
Se le habían acabado las ideas y también la paciencia.
Hacia el final de la tarde se tiró en el sofá a pensar, y se
quedó traspuesto, todavía furioso. Incluso en sueños estaba en-
fadado, y se veía persiguiendo por un cine desierto a un niño
pequeño que le había robado las llaves del coche. El niño era
blanco y negro, su silueta parpadeaba como un fantasma o el
personaje de una película vieja, y se lo estaba pasando en gran-
de, agitando las llaves en el aire y riendo histérico. Carroll se
despertó de forma brusca con una sensación febril en las sie-
nes y pensando: «Poughkeepsie».
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