Page 196 - LIBRO LA NCHE TRAGICA SANTACRUZ
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          veda y que tuvo un triste final. Richard se había criado en un hogar
          de tradiciones arraigadas en la obediencia y las buenas costumbres,
          las buenas maneras, y no era una familia de millonarios, pero tam-
          poco de pobretones. Richard era el mayor de tres hermanos, y según
          la tradición familiar, el hermano mayor era el espejo de los menores.
          En dos años y medio, es decir cinco semestres, la conducta del mayor
          de los Sepúlveda era intachable, regresaba puntual a su hogar, se mar-
          chaba siempre temprano. Era como Euclides, tenía en su mente ser
          el más sobresaliente alumno de la clase, sus padres lo adoraban y ha-
          bían planificado su futuro, una vez terminados sus estudios regresa-
          rían a Santiago de Chile para labrarse mejores días. Sin embargo, la
          familia Sepúlveda vio que la capital cruceña era una ciudad muy
          atractiva y llena de vida, tenían en mente una posibilidad, aunque
          muy remota, quedarse a vivir toda la vida en a ciudad de Santa Cruz
          de la Sierra. Advirtieron que esta urbe tenía mucho futuro, era una
          ciudad de oportunidades empresariales, de trabajo, de emprendimien-
          tos. La familia tenía un poco más de dos años para tomar una decisión
          al respecto, todo era cuestión de esperar con paciencia.

          El siguiente viernes Katty estuvo puntual en las afueras de Inteeso,
          otra vez ella lucía una despampanante minifalda que dejó a Richard
          atónito. Abordaron el lujoso coche, recorrieron la avenida Beni, luego
          la avenida Cristóbal de Mendoza, la avenida La Salle hasta el tercer
          anillo, de allí hasta la avenida San Martín. Esta vez ella estaba sola.
          Otra vez el endemoniado bullicio de los parlantes, Katty saludaba a
          todos atentamente y les decía: les presento a un amigo. Ella comenzó
          a beber cerveza y fumar cigarrillos. Pero lo que provocó el disgusto
          hasta la exasperación de él, fue que algunos de los amigos de Katty
          la manoseaban. “Si algo te enfada, mejor vamos a una discoteca”, le
          dijo ella. A bordo del lujoso Mazda se marcharon a la discoteca Ma-
          condo. Sin duda alguna ella estaba provocativa, buscaba cómo acer-
          carse a él, es una noche de viernes de soltero y “el cuerpo lo sabe”.
          Para sorpresa del alumno llegado de Chile, ella bailaba ritmos de
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