Page 200 - LIBRO LA NCHE TRAGICA SANTACRUZ
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          ble, dicharachero, entusiasta. Los últimos días se encierra en su dor-
          mitorio y no dialoga con nadie. Recurre frecuentemente a las menti-
          ras, es evasivo. El otro día se negó a hablar con su padre, que le habló
          por teléfono desde Santiago.

          -Bien, ahora viene lo más difícil –dijo Chichina Manzanero-, ¿usted
          ha revisado su ropa, no ha encontrado un polvo blanco? No se deje
          engañar, su hijo le puede decir que es talco u otro producto, pero
          usted es muy meticulosa por lo que veo. Otra cosa, ¿él estornuda con
          frecuencia?  porque la cocaína que consume la juventud, es decir in-
          halar droga, causa secreción nasal y eso es muy peligroso para la
          salud humana. ¿Usted le ha mirado detenidamente los ojos? ¿No ad-
          virtió que están irritados?, ¿irritados y llorosos? Eso es en cuanto a
          la cocaína, droga fulminante, pero en nuestro medio también existe
          el pitillo, la clefa y la marihuana, que también son drogas nefastas.
          -¿Pitillo?, -preguntó la señora Sepúlveda-, ¿qué es eso?

          -Son cigarrillos cargados con pasta base de cocaína, es un producto
          lamentablemente muy consumido entre los jóvenes.

          Un día, el estudiante llegado de Santiago de Chile huyó de su hogar,
          luego su madre advirtió que parte de su ropa había desaparecido; ese
          fue el comienzo del fin de la vida de estudiante, de un joven que am-
          bicionaba ser un gran arquitecto, convertirse en primer mandatario
          de su nación. En fin, triunfar en Chile. Su padre no le había inculcado
          la frase “El hombre es el arquitecto de su destino” ni cosa parecida,
          los estudiantes de Inteeso conocían la triste historia, no encontraban
          respuestas. Euclides Santacruz no estaba en esos planes.

           Meses después, Richard abandonó definitivamente el estudio, se su-
          mergió en un mundo desconocido. Interminables noches de amor
          vivía la pareja, siempre lo mismo: varias horas en la discoteca Ma-
          condo, embriagarse, consumir el mágico polvo planco en los sanita-
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