Page 202 - LIBRO LA NCHE TRAGICA SANTACRUZ
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192 La trágica noche de Santacruz
secuencias, sin meditarlo, empujado por el Mal que lo tenía en sus
garras. Todo comenzó en la discoteca Macondo donde pocos años
después Euclides Santacruz cavó su propia tumba. Katty estaba
demasiado eufórica, alegre, entusiasta y jubilosa. Partieron tumbo
a casita en medio de una fuerte lluvia, la ciudad comenzaba a inun-
darse. En el trayecto bebieron whisky de una botella, una vez en
casita comenzó una noche que sería inolvidable y al mismo tiempo
fatal para él, esa noche conoció otro mundo que nunca había ima-
ginado en su vida. Fue ella quien llevó la iniciativa. Lo primero
que hizo fue traer una bolsa con el alucinante polvo blanco, el más
puro que hay en el mundo.
Ella derramó con mucho cuidado parte del polvo en la mesa, luego
utilizó un pequeño tubo plástico y comenzó a inhalar la droga por la
nariz, lo hacía con gusto, se extasiaba después de cada inhalación,
luego se limpiaba con el dorso, otra vez y otra vez, se levantaba y se
retorcía como un acto de felicidad, asimismo movía la cabeza hacia
atrás. Era como cuando se saborea algo, ella se levantaba de su silla,
se tomaba la nariz y hacía un gesto de felicidad, de alucinación. El
polvo blanco brillaba en la mesa, entonces ella le dijo a Richard:
-Prueba, es lo más lindo de la vida.
Richard estaba turbado, ebrio, no sabía qué hacer, ni qué decisión
tomar. Estaba parado como un sonámbulo, viendo asustado lo que
veían sus ojos negros. Ni en cuentos había escuchado cómo una per-
sona se droga, cómo lo hace. Esta perturbación duró unos minutos,
Katty continuó inhalando el polvo blanco. “No seas cobarde, el hom-
bre debe aprender de todo, deja tus prejuicios y tu actitud de santulón.
Mira cómo yo lo hago”, luego ella agarró el tubito y lo acercó al
polvo, “tienes que ser decidido, luego vas a sentir que eres Superman,
creerás que estás volando por los aires, por tus pueblos añorados.
Vamos, acércate así, ahora inhala. Por ser primera vez lo hiciste bien.
Ahora otra vez y otra vez”. Luego Richard se sintió en el paraíso,