Page 201 - LIBRO LA NCHE TRAGICA SANTACRUZ
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La trágica noche de Santacruz                           191



            rios, luego a casa donde daban rienda suelta a una pasión desenfre-
            nada. Un año después, el polvo blanco comenzó a hacer estragos en
            la salud del joven Sepúlveda, tras largas noches de desenfreno el es-
            tudiante de Inteeso comenzó a tener alucinaciones y delirios, hablaba
            solo recordando a Santiago de Chile y a la avenida Vicuña Mackenna,
            donde él vivió toda su vida. Ahora ya ha olvidado los paseos por Val-
            paraíso y Viña del Mar en sus vacaciones, ahora son apenas recuerdos
            remotos de una época bella de su vida. Pasaron los días y los meses,
            el consumo asiduo del polvo mágico comenzó a deteriorar la salud
            del joven Sepúlveda. Se dilataron sus pupilas, sentía una ansiedad
            por el polvo blanco, sentía aumento en su ritmo cardíaco, padecía de
            una psicosis aguda de paranoia, sufría delirios, perdió el apetito, el
            majadito que era su plato favorito comenzó a detestarlo.

            Cuando consumía el maravilloso polvo blanco, Richard se mostraba
            eufórico, alegre, bailaba solo, cantaba canciones de artistas chilenos,
            pero luego se sumía en una profunda tristeza, Katty temía que todo
            terminara en un suicidio. Asimismo, algo que a él lo obsesionaba era
            la procedencia de la gran cantidad de dinero que manejaba Katty, ella
            no trabajaba, ¿o estaba equivocado?, pero era lo que él percibía a su
            alrededor.

            Un día, él se animó a hacerle una pregunta equivocada que incomodó
            a Katty.

            -¿De dónde sacas tanto dinero?, le preguntó.
            Ella le respondió:

            -Eso no te incumbe, de todas maneras, no me vuelvas a preguntar lo
            mismo. Yo tengo mi vida y tú la tuya.

            La noche que Richard cruzó el umbral del Bien al Mal fue una noche
            lluviosa y calurosa. Cruzó el umbral de su destino sin medir con-
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