Page 68 - Querido cerebro, ¿qué coño quieres de mí?
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prefiero hablar de relaciones difíciles, así todos somos adultos
responsables de los vínculos y relaciones que creamos entre nosotros.
Tamara fue criada en un hogar en el que, por desgracia, eran comunes
diferentes maneras de maltrato, de modo que ella lo asimiló como algo
normal y esperable en cualquier relación de pareja. Por esta razón, pasó
tanto tiempo en relaciones difíciles y le costaba dejarlas. Pensaba que
los gritos, las manipulaciones y reproches eran formas de demostrar
amor en una pareja. Por suerte decidió ir a terapia porque no se sentía
bien y allí se dio cuenta de que no quería eso en su vida.
Ahora que Tamara está con Juan, racionalmente sabe que no quiere
manipulaciones, abusos ni relaciones de mierda, pero emocionalmente
no puede evitar que su cerebro considere atractivo y familiar a alguien
que se comporte de esta manera, que es lo que le pasa con Aroa. De
alguna manera Aroa activa ese interruptor en su cerebro —en el que
pone «sufrir»— que le indica que es una candidata perfecta para tener
una relación difícil como la de sus padres.
Gestionarte tus mierdas te protege de enamorarte de la
primera persona que te haga caso.
El problema —como siempre— está en creernos la película que la
mente nos está contando. Para el cerebro creador de unicornios y
arcoíris de Tamara, lo que siente por Aroa es amor, cuando lo que en
realidad siente es activación de una huella de memoria relacionada con
patrones relacionales tóxicos.
¿Qué suele haber detrás de que no seamos conscientes de nuestros
patrones tóxicos de relación? En el caso de Tamara hay:
Falta de autoconocimiento.