Page 10 - Llegada de los Hnos a Jinotega, Nicaragua FINAL
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A las 6 de la mañana nuestro auto retomó Hacia las 10 de la mañana, en la “Cuesta de
carrera vertiginosa en dirección del las Trancas” nos encontramos con el Señor
noroeste. Luego de atravesar el Río Grande, Presidente de la República, General Emiliano
con el agua sobre los ejes, el camino se puso Chamorro y su comitiva. El Presidente
peor; experimentamos todos los efectos del estaba de gira en visita oficial a las ciudades
zangoloteo y los brincos. septentrionales y acababa de salir de Jinotega
cuando nosotros estábamos entrando.
Nos saludamos muy cordialmente. El
Presidente se entretuvo con nosotros
durante 20 minutos expresándonos su
satisfacción al percibir que el Norte del
país, hasta ahora un poco abandonado con
respecto a la instrucción, podría aprovechar
de la abnegación de excelentes maestros,
como lo son los Hermanos de las Escuelas
A veces había peligro inminente de volcar, Cristianas. Nos aseguró su benevolencia y
a la derecha o a la izquierda. Entonces, para la promesa de ayudarnos eficazmente en la
alegrar el ambiente de la monotonía del viaje, nueva fundación; despidiéndose de nosotros
el Hno. que iba del lado que amenazaba con de manera respetuosa y cordial.
volcarse, exclamaba instintivamente: “¡No lo
permita Dios!” y el que iba en el lado opuesto El Dr. David Stadthagen, que había venido
decía beatíficamente “¡Hágase tu voluntad!”. a nuestro encuentro con la comitiva
En cuanto a mi, que iba bien socado entre presidencial, se juntó con nosotros para
mis dos superiores que me servían de cojines, introducirnos con honores a su ciudad natal.
solo decía “Amén”.
A mediodía entramos en Jinotega con el
Hacia las 8 de la mañana una prolongada sonido de las campanas y en medio de una
avería probó nuestra paciencia; el motor multitud inmensa que llenaba las calles.
estaba tan cubierto por el polvo del camino Desfilamos bajo los mismos arcos de triunfo
que fue necesario limpiarlo a fondo durante que habían sido preparados para el primer
hora y media. magistrado de la Nación, quien había llegado
dos días antes.
Entre tanto, el Hno. Visitador dormitaba
al pie de un árbol, mientras yo recogía
algunas piedras para el museo del Instituto
Pedagógico y el Hno. Apolinar demostraba
sus talentos de mecánico para poner el
carro en movimiento.
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