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Etimología


           Significado de la voz Micca

           Micca es una voz de origen nahuatl, a su vez plural de micqui que se podría traducir como «muerto». Micca
           entonces  se  refiere  a  «Los  muertos».  Los  mexicanos  antiguos  creían  que  la  mansión  de  los  muertos
           pertenecía a la tierra. Algunos pueblos creían que el alma era inmortal, y que había una vida futura al lado
           de los dioses y llena de delicias.


              Los nahuas asignaban tres lugares para el descanso de las ánimas, donde gozaban
           de premios o recompensas. Los tlaxcaltecas pensaban que las almas de los nobles se
           convertían en nieblas, en nubes, en pájaros de hermosas plumas o en piedras preciosas,
           y  que  la  común  se  tornaba  en  comadrejas,  en  escarabajos,  en  zorrillos  y  en  otros
           animales feos. Los otomíes estaban persuadidos de que alma y cuerpo perecían juntos.
           Entre aquellos pueblos, como en los modernos, por civilizados que sean, las ideas sobre
           el más allá andaban muy revueltas; unos proclamaban el alma espiritual e inmortal, otros
           defienden la transmigración de las almas, y muchos se abisman en el desconsolador
           materialismo.

              Los ancianos eran los encargados de los preparativos para sepultar a los muertos. Tomaban el cadáver,
           le encogían las piernas, lo envolvían en los sudarios y lo amarraban fuertemente. Cortaban papeles de
           diferentes maneras, y unos se los ponían al difunto, y otros se los presentaban para diversos objetos. Les
           derramaban un poco de agua sobre su cabeza y les decían: “…ésta es de la que gozaste estando en el
           mundo.”.  También  les  ponían  un  jarillo  con  agua  y  le  decían  “…  he  aquí  con  que  has  de  caminar.”.
           Quemaban el cadáver junto con la ropa y objetos del difunto y un perro bermejo atado por el pescuezo
           con un hilo de algodón rojo, sacrificado previamente. Sobre la camisa del cadáver y objetos quemados
           vertían un poco de agua, diciendo: “lávese el difunto.”. Depositaban después las cenizas en una olla o
           jarro con un chalchihuitl («esmeralda») o una piedra de menos valor, llamada texoxoctli, según la calidad
           del individuo, la cual tenían por corazón de los despojos, y las enterraban en un hoyo redondo. Creían que
           el alma permanecía con las cenizas cuatro años, al fin de los cuales se separaba e iba a su habitación
           final.

              El camino de la otra vida estaba erizado de dificultades, y los papeles que cortaban los ancianos servían
           para vencerlas.



                                                                                                          El editor


                                                     Fuentes: Robelo, C. A. (1982). Diccionario de mitología nahoa. México: Porrúa.
                                                  Siméon, R. (2010). Diccionario de la lengua náhuatl o mexicana. México: Siglo XXI.
                                                                           Imagen: Tepechpan, lámina E-18 (Carochi, 1645).
                                                                           https://gdn.iib.unam.mx/diccionario/micqui/54861












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                            Tlahuizcalli ISSN: 2448-7260                           Año 10 Núm. 29 mayo-agosto 2024
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