Page 148 - libro Antología cuentos 2020 La Balandra.indd
P. 148
que de deicida, ¡cómo se equivocan si piensan que es una afrenta! ¿De
qué me sirve un cuerpo incorruptible / una inmortalidad de alcoholes y
acetatos? / si lo que anhelo es vértigo y temblores / desasosiego y desmo-
ronamientos. Las escasas personas que la han visto —con la expresa au-
torización del general; si por mí fuera, acá no entraría nadie— coinciden
en el mismo juicio de valor: “Parece que estuviera dormida…”. No me
podrían vestir con mejor gala ni acercarse tanto a la elusiva verdad. Por-
que, sin duda, parece dormida, y muchas veces pienso si, en rigor, no lo
está: un largo sueño que la preserva de los enconos, las convulsiones, las
miserias de la hora. He terminado por desarrollar un olfato más fino que
el mejor perro de caza: comenzó a soplar viento del norte y de inmediato
percibí que este súbito cambio provocó emanaciones del líquido conser-
vador. Puse en marcha el extractor de aire y volvimos a disfrutar de un
límpido clima de laboratorio. Me tuercen, me retuercen, me torsionan / en
labor de febril carpintería / y empecinados en batalla absurda. El señor
Apold, subsecretario de Informaciones de la Presidencia, me ofrece vía
telefónica una serie de retratos que, según me asegura, sólo él posee:
aquellos que se le realizaron a la señora durante el período de su enferme-
dad y hasta su muerte; le agradezco calurosamente y prometo comunicar-
me con él. En verdad, ya no necesito ningún retrato; mi obra habla por sí
sola: independiente, autónoma, triunfante. O mejor dicho: a mi obra sólo
le falta hablar. La fricciono con la mezcla decolorante, le saco el aire de
150