Page 52 - libro Antología cuentos 2020 La Balandra.indd
P. 52

Ahí cerramos el almacén. Ya veníamos haciendo malabares desde que

              abrieron el supermercado Día. Imposible competir con esos precios. Pero

              bien que mal la piloteamos unos cuantos años más; empezamos a ofrecer

              fiambres de alta calidad, vinos que no se conseguían en ningún lugar del

              pueblo, algún condimento más sofisticado. Yo propuse y papá aceptó. No

              nos fue mal, al principio. Pero cuando se enfermó la vieja, se empezó

              a complicar todo. Por primera vez en años tuvimos el almacén cerrado

              algún que otro día. La atención no era la de siempre porque estábamos

              cansados, apenas si podíamos dormir algunas horas en el último tiempo

              de mamá. Y después, la crisis. Sabíamos que la cosa venía jodida, sí, pero

              no estábamos preparados para esa fuerza, para ese viento que arrasó con

              todo.

                    No me justifico. Si estamos acá fue por decisión de los dos. Nadie

              nos obligó. Nos empujaron, eso sí. Nos fueron cerrando caminos. Pero no

              me justifico.

                    La verdad es que papá sugirió la idea con timidez. Era una vieja fan-

              tasía y me lo dijo durante la última Navidad. La pasamos mano a mano,

              los dos solos. En el patio, mirando el cielo, nos tomamos las pocas bote-

              llas de champagne que nos habían quedado del cierre del almacén. Los

              dos pensábamos en la vieja, y los dos nos hacíamos los pelotudos para no

              llorar. Pavada de machos. No pasó, pero si uno de los dos hubiera mencio-

              nado algo, lo que sea, su nombre, alguna anécdota, o si alguno de los dos



              54
   47   48   49   50   51   52   53   54   55   56   57