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Que sonó el teléfono cuando estaba yendo para tu casa, que pensé

que eras vos, que lo saqué del bolsillo y vibraba en mi mano: Papá. Que

dudé en atenderlo, que al final atendí porque pensé que iba a disculparse,

que iba a decirme que estuvo mal, que no quiso decirme lo que me dijo y

que me bancaba en todas, como me dijo Maxi. Que atendí y casi no me

salió el hola porque se me hizo un nudo en la garganta. Que mi viejo dijo

Esteban, nunca decía hola sino que decía Esteban, que le contesté hola

papá. Que se quedó callado, que me pareció que lloraba, que le dije que

está todo bien, que no era para tanto, que me dijo que no podía, que no

sabía, que era terrible, que no sabía ni cómo decirme, que le pregunté de

qué hablaba. Es por Maxi, te llamo por Maxi, que lo mataron, que le pe-

garon un tiro cuando salía del trabajo. Que le digo que no joda, que cómo

va a joder con eso me grita, que un policía hijo de una gran puta que per-

seguía unos chorros y Maxi se le cruzó, que dice que se le cruzó, ¿enten-

dés? Que le digo que no entiendo, que no sé de qué me habla, que me paro

y grito ¡parada! Que el colectivo frena y los otros pasajeros me miran que

bajo y en la calle hay un ruido que casi no escucho. Que le digo que me

explique bien eso que está diciendo, que me dice que vaya para allá que

lo mataron a Maxi, que-lo-ma-ta-ron. Que soy capaz de cometer una lo-

cura, me dice. Y yo que no sé si estoy lejos o cerca de tu casa, donde iba

a esperarte, después de entrar con la llave que me diste el viernes con la

notita que decía bienvenido, en la notita la o era un corazón. Que en una

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