Page 11 - LA ODISEA DE LEAH
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La Odisea de Leah

         con el pie o quedarse el dinero de las pensiones de tus abuelos sea
         interesante).

         Al principio se tomó como una fase pasajera, pero cuando durante
         cuatro meses los nombres de Messi, Ronaldo, Obama, Picachu o
         Jessie Pinkman destellaban en las colosales letras de neón de la
         puerta de entrada, algunos padres se quejaron.

         —Es la democracia, yo no puedo hacer nada. Que voten otra cosa
         se encogía de hombros la directora del colegio, Amanda Peristilos.


         Los padres se marchaban refunfuñando que qué vergüenza que en
         un pueblo en el que todo el mundo es del Real Madrid el colegio
         se llamase «Messi». Al llegar a casa preguntaban a los chicos qué
         habían votado:


         —Teodora, hija, ¿qué nombre has votado?

         —¿Yo? Mmm… Thomas Mann.


         —¿Y ese quién es? ¿Del Bayern de Munich?

         —No, un escritor muy pesado.


         —La próxima vez vota a uno que escriba en griego, por lo menos.


         Y ya con la televisión encendida y el partido de fútbol de la cham-
         pions todo quedaba en el olvido. Pero Amanda Peristilos, la direc-
         tora, se quedaba pensando un ratito que no le hacía mucha gracia
         que los padres la importunaran cada dos por tres (seis) con minu-
         cias tales: mis hijos no comen, no tenemos dinero para comprar
         los libros, cómo suspende a un niño que tiene un sobresaliente…
         Te contaré un secreto: Amanda fue profesora antes que directora.
         Ahora solo da clase cuando algún profesor enferma, pero lo que
         a ella le enferma es dar clase. Es una de esas esferas celestes que
         ahora carecen de luz propia (seguro que antes la tuvieron, todos
         los seres vivos irradian luz) y envidian el brillo eterno de la pasión

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