Page 13 - LA ODISEA DE LEAH
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La Odisea de Leah
Rápidamente pasa a la acción un yo más majo que todas las cosas:
«Pero concho, al menos lo has intentado».
Leah ya siente al clon más sarcástico preparando una nueva
réplica dolorosa («Sí, claro, intentarlo es…») y lo hace callar.
¿Cómo? Muy sencillo. Le dice: «No me interesa, pesado». Está
claro que hay que aprender a decir ‘no’, aunque sea a uno mismo.
Más calmada se pregunta si alguien en la historia ha sufrido tantas
penalidades como ella por una simple pregunta fallida. O por una
tarta de cumpleaños que tenía ¡¡¡una falta de ortografía!!! Bien es
verdad que «felicidadex» no se escribe con ‘equis’, pero tampoco
hay que llorar por eso.
O por un examen de nueve que casi llegó al diez. O por una clase
de gimnasia suspendida porque la voltereta hacia atrás parecía
más bien un intento de hacer el pino sin éxito y la voltereta hacia
adelante acababa con un desvío de varias colchonetas hacia la
pared (Leah no es un as del deporte, de eso puedes estar seguro)
contra la que Leah se estampó como en esos dibujos animados en
los que el personaje se aplasta contra algo y parece una fina hoja
traslúcida. Son cosas muy variopintas, pero todas ellas ponen muy
nerviosa a Leah.
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