Page 8 - LA ODISEA DE LEAH
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La Odisea de Leah
El objetivo era saber cómo llegar antes de un punto del colegio al
otro, atravesando la cancha de baloncesto; pero no andando o co-
rriendo, eso es lo facilón, sino pensando cómo llegar. Algún listillo
respondió:
— ¡Yo pienso en comprar un pasaje de avión!
Como Ali Bey siempre intenta llamar la atención —se apunta a
un bombardeo, se dice en Zarza Tostada—, hasta los profesores le
rieron la gracia. Pero después de eso los cuatro grupos se apiñaron
como si estuvieran decidiendo la próxima jugada en la que el ju-
gador de rugby número uno recibirá el balón con forma de pepino
del número tres y lanzará al desmarcado jugador de rugby número
eñe, que será placado por una avalancha de jovencitos competiti-
vos: pues no. No sé cómo será en los demás grupos, pero en el de
Leah unos hablan, otros escuchan, al final hablan todos y opinan
todos a la vez.
—¿Habéis visto qué falda se ha puesto Esther? ¡Le queda fatal!
—dice Gloria apretando los labios, como si quisiera comprobar el
tamaño de los dientes dentro de la boca.
—Pues a mí me gustan las faldas floreadas, qué quieres que te
diga —responde Ali Bey con aparente dignidad, aunque no puede
evitar sonrojarse.
—Sí, sí, las faldas floreadas, ¿no será que lo que te gusta…?
—Silencio, pesados. Hay que encontrar una solución al problema.
—Pues que se compre otra falda, es la tercera vez que se la veo
puesta…
—¡Al problema de recorrer antes el espacio! —se desespera Diego
Omar.
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