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Historia social de la literatura y el arte
nales del rococó, procedentes del Barroco, se disuelven sólo paula
tinamente y no son sustituidos sino por las características del gus
to artístico burgués.
El ataque a la tradición del Barroco-rococó proviene de dos di
recciones distintas, pero está orientado en ambas hacia el mismo
ideal artístico opuesto al gusto cortesano. El emocionalismo y el
naturalismo representados por Rousseau y Richardson, Greuze y
Hogarth es una de las direcciones, y el racionalismo y el clasicismo
de Lessing y Winckelmann, de Mengs y de David es la otra. Am
bas oponen a la bambolla cortesana el ideal de sencillez y la serie
dad de un concepto puritano de la vida. En Inglaterra, la transfor
mación del arte cortesano en burgués se consuma más pronto y se
realiza más radicalmente que en la misma Francia, donde la tradi
ción barroco-rococó perdura subterránea y es perceptible todavía en
el romanticismo. Pero al finalizar el siglo no hay en Europa sino un
arte burgués, que es el decisivo. Se puede establecer una dirección
artística de la burguesía progresiva y otra de la burguesía conser
vadora, pero no hay un arte vivo que exprese el ideal aristocrático
y sirva a los propósitos cortesanos. Rara vez se ha consumado en la
historia del arte y la cultura la transferencia de la dirección de una
clase social a otra con tanta exclusividad como ahora, cuando la
burguesía desplaza completamente a la aristocracia, y el cambio de
gusto, que sustituye la decoración por la expresión, no deja nada
que desear en punto a claridad.
Naturalmente, no es ia primera vez que la burguesía aparece
en escena como mantenedora del gusto. En los siglos XV y XVI
había por todas partes en Europa un arte dominante de cuño deci
didamente burgués: hasta el Renacimiento tardío y la era del ma
nierismo y del Barroco, no fue desplazado y sustituido por las crea
ciones del estilo cortesano. Pero en el siglo XVIII, cuando la
burguesía consigue el poder económico, social y político, se di
suelve de nuevo el arte representativo cortesano, que había conse
guido mientras tanto ascender a una validez general, y deja luego
que el gusto burgués domine ilimitadamente. Sólo en Holanda ha
bía en el siglo XVII un arte burgués de gran altura, que era, por
cierto, más radical y consecuentemente burgués que el del Renad
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