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Historia social de la literatura y el arte
han dicho su última palabra, o en todo caso, su palabra definitiva 2.
Con la disputa de los antiguos y los modernos comienza ya aquella
lucha entre tradición y progreso, antigüedad y modernidad, racio
nalismo y emocionalismo que encontrará su fin en el prerromanti-
cismo de Diderot y Rousseau.
En los últimos años de la vida de Luis XIV se encuentran el
Estado y la corte bajo el gobierno de la devota Madame de Main-
tenon. La aristocracia ya no se sentía cómoda en la atmósfera de
sombría solemnidad y estrecha piedad de Versalles. Cuando murió
el Rey, respiraron aliviados todos, sobre todo aquellos que espera
ban de la regencia de Felipe de Orleáns la liberación del despotis
mo. El regente había considerado siempre anticuado el sistema ad
ministrativo de su tío y comenzó su gobierno con una reacción
en toda la línea contra los viejos métodos. Política y socialmente
procuró un renacimiento de la nobleza; económicamente, fomentó
las iniciativas privadas, por ejemplo las de Law; introdujo un nue
vo estilo en la vida de las clases superiores e hizo una moda del he
donismo y el libertinaje. Comenzó así una desintegración general,
a la que no se resistió ninguno de ios antiguos vínculos. Muchos de
ellos se reconstruyeron más tarde, pero el viejo sistema estaba re
movido para siempre. El primer acto de gobierno de Felipe fue la
anulación del testamento del difunto Rey, que preveía el reconoci
miento de sus hijos ilegítimos. Con esto comenzó el ocaso de la au
toridad real, que, a pesar de la subsistencia de la monarquía abso
luta, ya nunca fue repuesta en su antigua grandeza. El ejercicio del
poder supremo se hizo verdaderamente cada vez más arbitrario,
pero la confianza en el poder se volvía de día en día más insegura,
proceso que caracterizan mejor que nada las palabras frecuente
mente citadas del mariscal Richelieu a Luis XVI: «Bajo Luis XIV
nadie osaba abrir la boca; bajo Luis XV se murmuraba; ahora se ha
bla en voz alta y sin rodeos.» Quien pretendiera juzgar las verda
deras proporciones del poder de la época por los decretos y las dis
posiciones cometería un ridículo error, como observa Tocqueville.
2 Cf. Bédier-Hazard, Hist. de la litt. II, 1924, págs. 31-32.
3 Germain Martín, La grande industrie en Franee sous le regne de Louis XV, 1900,
pág. 15.
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