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3.3. La nueva era (New Age)

En las últimas décadas ha surgido en nuestra sociedad un
nuevo tipo de religiosidad que algunos especialistas califican
como sucedáneo de una auténtica fe religiosa. Se trata de
un nuevo estilo de creer y de vivir el hecho religioso al mar-
gen o en la periferia de las tradiciones religiosas y de sus
instituciones.
Este nuevo tipo de religiosidad se da, entre otras formas,
en el movimiento conocido como nueva era o New Age.

¿Qué es la nueva era o New Age?

• No es propiamente una religión o una secta. Es mucho más
difuso e informal, ya que se da en las diversas culturas. Lo
puedes encontrar en fenómenos tan variados como la música,
el cine, seminarios, talleres, retiros, terapias, y en otros muchos
acontecimientos y actividades.
• Distingue entre religión y espiritualidad. Muchos han rechazado la religión organizada de forma comunitaria porque, a su juicio,
no ha logrado responder a sus necesidades y por ello se han dirigido a otros lugares para encontrar espiritualidad en un ambiente
más íntimo o personal.
• Es una forma de revolución cultural, una reacción frente a las ideas y los valores dominantes en la cultura occidental, y un regreso
hacia el ámbito espiritual, al constatar que la ciencia y la tecnología han sido incapaces de cumplir sus promesas de hacer una
sociedad mejor.

¿Qué hay de nuevo en la nueva era?

La nueva era es un conjunto de elementos muy diversos. Difunde de mil formas y maneras la necesidad y la importancia de un
cambio fundamental en la vida de los individuos, de la sociedad y del mundo. Hay varias expresiones de este cambio:
• Para la nueva era, el mundo y el universo no se guían por leyes mecánicas (teoría de Newton), sino por la teoría cuántica de la
moderna física atómica, según la cual la materia no es un conjunto de partículas, sino ondas (quantos) de energía. El universo
es un océano de energía que constituye un todo único o entramado de vínculos. La energía que anima al organismo único
del universo es el espíritu. Todos los seres están emparentados y forman una gran familia. Todo se presenta como Uno (el
llamado sentido holístico): Dios y el mundo, el alma y el cuerpo, la inteligencia y el sentimiento.
• Esta sed de unidad, trasladada a las religiones, se convierte en una especie de ecumenismo que supera todas las divisiones
y las diferencias, como subraya la cultura oriental. Por ello, la nueva era indica el camino de la espiritualidad profunda mediante
el recurso a una serie de técnicas de meditación trascendental (yoga, zen, control mental, etc.), y la guía de maestros espirituales
(gurus), que enseñan el camino de la experiencia mística.
• Es expresión de la llamada nueva psicología, identificada con una psicología humanista de autorrealización, preocupada por el
conocimiento de sí, de la superación de los problemas y el logro de la paz interior y la iluminación espiritual. Para ello se cuenta
con unos valores que nosotros mismos creamos y que alcanzamos por nuestras propias fuerzas. De ahí que podamos hablar de
un yo auto-creador y auto-salvador.
• Implica una creencia fundamental en la perfectibilidad de la persona humana mediante una gran variedad de técnicas y
terapias.
• Resalta la feminidad en los individuos y en la sociedad, frente al dominio de la masculinidad y el patriarcado.
• Recurre al esoterismo y al espiritismo. El ser humano, si sale de sí mismo, puede entrar en contacto con personas muy distantes
en el espacio y el tiempo. Incluso puede ser canal para que el Ser Supremo o los espíritus superiores se comuniquen con el resto
de los humanos. Para ello es importante el Médium, persona que transmite las revelaciones de los espíritus superiores o ayuda
a entrar en contacto con personas difuntas, etc.
• Reclama un nuevo reencantamiento de la naturaleza. Frente a una naturaleza desencantada por el positivismo científico-técnico
y el racionalismo, re-sacraliza la naturaleza como lo hacían las religiones más primitivas.
• Finalmente, la nueva era muestra una notable preferencia por las religiones orientales o precristianas, a las que se considera in-
contaminadas por la religión judía y la cristiana. De aquí el gran respeto que merecen los antiguos ritos relacionándolos con la
diosa Madre Tierra, que se presenta como alternativa a Dios Padre. Se habla de Dios, pero no se trata de un Dios personal.
El Dios del que habla la nueva era no es ni personal ni trascendente. Tampoco es el Creador que sostiene el universo, sino una
energía impersonal, presente en el mundo, con el cual forma una unidad cósmica.

TN